Las autoridades responsabilizaban a Abdul Hasib de diversos atentados en Afganistán, así como de secuestros de niñas y de decapitaciones de ancianos.
Afganistán y la OTAN confirmaron este domingo la muerte del líder del Estado Islámico (EI) en Afganistán, Abdul Hasib, tras la operación conjunta de las tropas afganas y estadounidenses en la provincia de Nangarhar el pasado día 27 de abril.
Dos semanas después del lanzamiento de la "madre de todas las bombas" en esa región, las tropas estadounidenses volvieron a cargar contra la formación yihadista en una redada mano a mano. Además de Hasib, también perecieron "varios" altos mandos del EI.
Lucha antiterrorista. “Esta operación conjunta exitosa constituye un nuevo e importante paso en nuestra campaña para liquidar al EI-J en 2017”, dijo el jefe de las fuerzas estadounidenses en Kabul, general John Nicholson.
“Es el segundo emir del EI que matamos en nueve meses, junto a decenas de sus jefes y centenares de sus combatientes. Desde hace más de dos años, el EI-Jorasán lleva a cabo una campaña bárbara de asesinatos, torturas y violencia contra la población afgana, en particular en el sur de Nangarhar”, agregó Nicholson.
Los antecedentes. Las autoridades responsabilizaban al Hasib del ataque que el 8 de marzo causó más de medio centenar de muertos en un hospital militar de Kabul. También de los secuestros de niñas y decapitaciones de ancianos.
En junio del pasado año, el Gobierno de Kabul dio por derrotado al EI en gran parte de las áreas en las que permanecía activo. Sin embargo, la formación yihadista ha reivindicado atentados como el ataque de marzo al hospital o el ataque suicida contra una manifestación de la minoría chií hazara que causó más de 80 muertos y de 300 heridos el pasado junio. (EFE).
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