Con apenas 13 años de historia, Assassin's Creed es ya un referente en la industria de los videojuegos, les guste o no. En esta década y monedas, la saga -con más de una veintena de títulos en su haber- ha sabido de triunfos, pero también de (duras) derrotas.
Este 2020, Ubisoft estrena Valhalla, un Assassin's Creed especial, no solo porque llega al mercado en plena pandemia de la COVID-19, sino porque se lanza durante el cambio generacional de consolas. Este factor, como verán en el análisis, tiene un peso para tener en cuenta al momento de poner al videojuego en la balanza.
Así, sin más preámbulo, los dejo con mi review de Assassin's Creed Valhalla.
Lo bueno
Assassin's Creed Valhalla sigue el camino establecido por los últimos títulos de la saga, Odyssey y Origins, que marcaron un punto de inflexión tanto a nivel jugable como narrativo. Si bien se puede hablar de una sensación de reciclaje, yo prefiero tomarlo como un refinamiento en la fórmula. Veamos por qué.
Valhalla sigue apostando por la jugabilidad de mundo abierto, tal como en Odyssey y en Origins. Y, tal como en estos juegos, tenemos presentes elementos de RPG que limitan nuestro avance por el vastísimo mundo recreado para la ocasión.
Valhalla tiene un mapa principal inmenso; lleno de ciudades, pueblos, ruinas, fortalezas, castillos, bosques, valles, acantilados, praderas, nevados. Todo diseñado al detalle. El trabajo de Ubisoft en este apartado es simplemente brutal.
Pese a que tenemos un mapa principal más pequeño que el de Odyssey; en Valhalla visitamos otras cuatro locaciones, más pequeñas pero que suman extensión a nuestro recorrido.
Un detalle que no quiero dejar escapar es que todo el mapa diseñado por Ubisoft se siente ‘vivo’, si cabe la expresión. Y no me refiero solo a los pueblos y ciudades, con cientos de pobladores y comerciantes; sino especialmente a la fauna disponible. Es uno de los videojuegos con más variedad de animales que recuerde, con mamíferos, reptiles, aves y peces de distintas clases y tamaños. Es un trabajo digno de imitarse.
La historia de Valhalla se divide en dos secciones: 1) el arco del pasado, en el que encarnamos a Eivor (cuyo sexo elegimos al inicio y podemos cambiarlo cuando queramos), un guerrero nórdico que, por motivos argumentales, llega a colonizar Inglaterra; y 2) el arco del presente, en el que seguimos la aventura de Layla Hassan, la extrabajadora de Abstergo que ya vimos en las últimas entregas de Assassin's Creed.
Sin ánimos de destriparles la campaña, puedo decir que este Assassin's Creed marca un nuevo punto de inflexión en la historia del presente, que avanzó poco en las últimas entregas. En esta ocasión, lo que realizamos en el pasado, con Eivor, tiene marcada influencia en los acontecimientos del presente, dejando la mesa servida para un nuevo arco argumental en la saga.
El desarrollo argumental de la campaña del pasado es muy bueno. Tal como adelantó José Araiza, productor post lanzamiento del juego, en Valhalla tenemos ahora un asentamiento que tenemos que desarrollar, principalmente asaltando y saqueando a monasterios vecinos.
Pero también debemos establecer alianzas con los pueblos de Inglaterra. Este es un punto que destaco sobremanera del nuevo desarrollo de la campaña. Cada pueblo tiene su propia historia, sus propios personajes, con los que debemos entablar relación. Además, hay pueblos que tienen relación entre ellos, por lo que algunas historias están conectadas unas con otras.
A nivel jugable, hay varios cambios respecto a las entregas anteriores. El primero, y más notorio, es el nuevo sistema de combate, más pausado y tratando de emular -salvando distancias- a Dark Souls y Sekiro, con una barra de vida y otra de energía. Esta última, presente tanto en nuestro personaje como en los enemigos, convierte las peleas en duelos más estratégicos, en los que no solo debemos estar pendientes de bajarle la vida al contrario, sino que también podemos cansarlo y atacar a placer. Otro cambio en este rubro es la posibilidad de utilizar dos tipos de arma, una en cada mano, lo que modifica nuestra forma de afrontar los combates.
Un detalle a tener en cuenta en el sistema de combate es el contador de adrenalina, que nos permite realizar ataques especiales, tanto cuerpo a cuerpo como a distancia. Este contador puede ampliarse al subir de nivel a nuestro personaje.
Acá otro cambio respecto a los anteriores Assassin's Creed. El árbol de habilidades es una auténtica enredadera con cientos de mejoras por desbloquear. Puedes llegar hasta el nivel 400 de personaje, tras lo cual se desbloquea la opción de incrementar un nivel de maestría en tres distintos estilos de combate.
Esto se complementa con un sistema de progresión bastante amigable, que nos premia por cada acción que realizamos en el juego. Sumamos puntaje realizando las misiones de campaña, pero también cumpliendo los cientos de encargos que hay disponibles.
Otro punto que quería comentar es la obtención de armas y armaduras para nuestro personaje. A diferencia de Odyssey, ahora tenemos pocas piezas a nuestra disposición. Ahora las armas y armaduras son recompensas en cofres que están distribuidos a los largo y ancho del mapa.
Esto, en mi opinión, revalora las incursiones y saqueos, ya que ahora el premio es significativo. Además, estas armas y armaduras las podemos mejorar en el herrero. Para ello, debemos conseguir los insumos, ya sea encontrando cofres, saqueando los fuertes enemigos o comerciando con los mercaderes.
El mundo creado en Valhalla nos empuja siempre a la exploración. Las famosas atalayas, que nos permiten desbloquear un porcentaje del mapa, están bastante distantes unas de otras, por lo que debemos recorrer largas distancias, ya sea navegando, a pie o a lomo de caballo (el cual también tiene su propio sistema de progresión). Recorrer estos amplios parajes nos lleva a encontrar cientos de encargos, cofres de tesoro, secretos, etc.
Esto se traduce de un juego con una gran duración. Particularmente, invertí más de 11 4 horas en Valhalla y, pese a ello, quedé lejos de sacarle el 100 % (aún me faltan varias cosas para el preciado trofeo de Platino).
Lo malo
Si bien Valhalla ha tratado de marcar distancia respecto a sus antecesores, lo cierto es que tropieza en errores que ya parecen endémicos de la saga (al menos en estas últimas entregas).
La inteligencia artificial de los enemigos es bastante mejorable, no solo en los combates sino también (y especialmente) en las secciones de sigilo.
En líneas generales, el juego es bastante accesible, más cuando vas ganando experiencia y ataques especiales, ya que terminas siendo demasiado poderoso, incluso para los bosses. Mi recomendación para los más curtidos: entrar a Valhalla en la máxima dificultad disponible.
La música no es memorable. No hay piezas que destaquen y, lo peor, los temas de incursiones son en extremo repetitivos. Acá sí creo que hay una marcha atrás respecto a las últimas ediciones de Assassin's Creed.
En Valhalla, no hay misiones secundarias per se, algo que hasta cierto punto es positivo. Estas han sido reemplazadas por unos pequeños encargos que se resuelven, en su mayoría, realizando acciones en las inmediaciones. Algunas cuentan historias tiernas, otras son graciosas; pero en líneas generales son misiones obviables.
Assassin's Creed Valhalla viene doblado al español, pero no está localizado para Latinoamérica. Lo mismo ocurrió con Watch Dogs: Legion. Entiendo que localizar un videojuego demanda inversión económica, de tiempo y representa muchas dificultades, más aún teniendo en cuenta la pandemia; pero igual no puedo dejar de lamentar que Ubisoft no haya localizado Valhalla para nuestra región.
Sin destriparles nada de la campaña, debo cuestionar el final de Valhalla. El desenlace queda inconcluso, demasiado abierto, con un evento que deja la sensación de que hay algo pendiente. El problema es que todo apunta a que la historia se completará con los ya anunciados DLC. Algo bastante cuestionable.
Lo feo
Assassin's Creed siempre se ha caracterizado de presentar glitches en sus entregas; y Valhalla no es ajeno a esta tendencia, incluyendo cientos de errores, como personajes atascados, elementos flotantes, objetos que atraviesan otros, entre tantos otros casos.
El problema es que también presentan fallas técnicas más graves, que impiden que las misiones se desarrollen, como NPC que se quedan congelados sin hacer nada, obligándonos a reiniciar la sección. Asimismo, he tenido varias pantallas azules que me obligaron a reiniciar la partida. A esto se suman tiempos de carga demasiado prolongados, que pueden extenderse por varios minutos antes de iniciar el juego.
Cabe mencionar que jugué Valhalla en mi veterana PlayStation 4, por lo que está de más decir que el juego tiene una mejor performance en las versiones de nueva generación y PC (dependiendo, claro está, de tus componentes).
Conclusión:
La saga Assassin's Creed cambió -para bien- con Origins, tras lo cual Odyssey elevó el listón en todos los sentidos. Valhalla viene a ser el refinamiento de la fórmula en varios aspectos, algo que saludo. El problema, lamentablemente, es que quienes hemos jugado los títulos recientes nos encontramos con un Valhalla poco novedoso, sin la frescura de Origins o la sorpresa que significó la magnitud de Odyssey. Que no se me malinterprete: Valhalla es un gran videojuego, con un trabajo monumental detrás; pero creo que hubo poca osadía al momento de implementar cambios en la propuesta. Assassin's Creed ya necesita una nueva revolución que vuelva a generar hype por la franquicia. Valhalla no la es.
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