Por primera vez, un grupo de científicos peruanos ha marcado ocho delfines rosados en la Amazonía de Loreto para estudiar su distribución dentro de la Reserva Nacional Pacaya Samiria y en un sector del río Nucuray, en el Alto Amazonas, en Loreto.
(Mongabay Latam / Alexa Vélez) Pequeños puntos de color verde se mueven rápidamente dentro de un mapa. Es una imagen satelital de la Reserva Nacional Pacaya Samiria, en la Amazonía peruana. Ahora puntos amarillos van de un lado a otro de la pantalla, como pequeños píxeles que no se detienen y que navegan hasta adentrarse en un bosque digital. “Este parece moverse bastante”, dice José Luis Mena, director científico de WWF Perú, que solo tarda unos segundos en desvelar el misterio: los puntos de colores son los delfines rosados que acaban de ser marcados, a fines de agosto de este año, y que empiezan a mandar señales de sus primeros movimientos en la selva.
La Reserva Nacional Pacaya Samiria y la cuenca del río Nucuray, en el Alto Amazonas, en Loreto, son los dos espacios que han sido elegidos para comparar el comportamiento de las poblaciones de delfines rosados. Cuatro de estos cetáceos han sido marcados en el área protegida y cuatro fuera de ella, en una zona donde están expuestos a mayores amenazas.
Mena vuelve a señalar la pantalla y nos muestra una línea de tiempo que revela la vida secreta de ‘Majaz’, ‘Pacaya’, “El Chino’ y ‘Samiria’, los cuatro delfines rosados que nadan a sus anchas dentro de la reserva, en medio del bosque húmedo tropical del departamento de Loreto. A simple vista parece una suerte de reality show de la realidad, donde los científicos, su audiencia cautiva, no está dispuesta a perderse un solo capítulo en su afán por estudiar la distribución de una especie de la que se conoce muy poco en el Perú.
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En este reality de la biodiversidad, la primera temporada durará alrededor de ocho meses, el tiempo que tarda en acabarse la batería de los transmisores que envían una señal a un satélite cada vez que la aleta de los delfines sale del agua.
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Aletas a la vista
A bordo de una embarcación grande y armados con binoculares, redes y peque peques (canoa tradicional), el equipo de expedicionarios salió en busca de los ocho delfines rosados. Se distribuyeron adelante, atrás y hacia los lados para cubrir todo el perímetro y no dejar que una sola aleta se escape de su campo visual.
La participación de los pescadores de las comunidades fue clave sobre todo en la zona del Nucuray. Ellos desplegaron una estrategia para poder atrapar a los escurridizos delfines y luego darle paso a los científicos para realizar el muestreo e instalar en cada uno de ellos los transmisores satelitales.
“Trabajamos en el último sitio (Nucuray) con pescadores, porque si bien ellos no cazan delfines, saben cómo podríamos capturarlos. Pro Delphinus lideró las actividades en ambos sitios y en un día capturamos cuatro delfines en el Huallaga y cuatro en Pacaya”, explicó Mena.
Esta es la primera vez que se marcan delfines rosados en el Perú y es un paso importante para conocer mejor a una especie que figura con Data Deficiente en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Joanna Alfaro, presidenta desde hace más de 20 años de Pro Delphinus, organización que trabaja para la conservación de fauna acuática amenazada y en peligro de extinción, explica que lo que buscan es generar más información sobre esta especie, estimar su abundancia y monitorear sus actividades.
“Luego de haber trabajado en el tema por años, haciendo desde encuestas a pie para levantar información de línea base en algunas zonas, el usar esta tecnología (marcas en los delfines) nos permitirá responder en forma más eficiente —dinero, tiempo, logística— a preguntas de uso de hábitat, diseño de reservas, movimiento, que nos tomaría muchos años en poder responder con métodos básicos”, explicó la bióloga.
El despliegue para marcar cada uno de los delfines, sobre todo en el río Nucaray, en la zona donde convergen los ríos Huallaga y Marañón, demandó del trabajo de los diez integrantes de la expedición —entre biólogos, veterinarios y geógrafos— más un número similar de pescadores.
El artículo original fue publicado en Mongabay Latam. Puedes leerlo aquí.
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