Es importante balancear la vida familiar o de pareja con la vida laboral. Lo ideal es no dejar que el trabajo nos consuma para poder prestarles atención a las personas que más queremos.
Todos buscamos el balance en nuestra vida, por lo que tener estabilidad laboral y familiar es una prioridad. El problema es que, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tensión que existe por el tiempo que se destina al ámbito laboral y aquel que se comparte con la pareja o la familia es uno de los asuntos que más preocupa de la sociedad actual.
Cuando se le dedica más tiempo a trabajar que estar con la familia suelen presentarse problemas de fondo como desmotivación por la relación o aburrimiento por la rutina, lo que lleva a que la persona no encuentre interés en llegar a la casa y prefiere hacer de cuenta que tiene mucho trabajo. Algunas veces el trabajo se convierte en una excusa para evitar a la pareja.
En otras ocasiones las personas necesitan del reconocimiento de la vida laboral para disminuir la angustia o el tedio que les produce la ‘calma’ familiar. Sin embargo, muchas veces el asunto obedece a que la persona en realidad sí tiene mucho trabajo y por miedo a perderlo o a fijar límites, termina cediendo a exigencias laborales desmedidas. Es entonces cuando aparece la rabia, la inconformidad y la frustración que pueden afectar la relación pues aunque el problema no sea el otro, hay una molestia generalizada que impide disfrutarlo.
Para evitar cualquier desequilibrio, la OIT recomienda:
Tener tiempo suficiente para compartir en pareja para dejar a un lado las tensiones y asuntos laborales.
Comunicar a la pareja todas las situaciones de tipo laboral que impliquen cambios, permitiéndole participar en las decisiones.
Identificar cuando las condiciones laborales repercuten en la pareja o la familia, evitando que el vínculo se deteriore por asumir cargas que no le corresponden.
Que la pareja no sea la receptora de las frustraciones o los conflictos derivados del contexto laboral.
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