Un sistema creado para la mejora continua en las empresas puede ayudar a que los niños dejen de lado el aburrimiento y pongan manos a la obra.
A muchos niños les resulta difícil cumplir con sus deberes como hacer su cama, poner en orden su dormitorio o hacer las tareas de la escuela. Hay que insistirles mucho para que cumplan con sus obligaciones. Esta actitud se debe a que muchas de las actividades que deben cumplir los niños toman mucho tiempo en su realización, lo que aumenta la pereza y el aburrimiento del menor.
Frente a ello Masaaki Imai, un japonés experto en organización y gestión de empresas, diseñó el método Kaizen, que deriva de dos vocablos, “kai”, que significa cambio o acción de enmendar, y “zen”, que se traduce como bueno, beneficioso o sabiduría.
La filosofía de este método radica en que la mejora es continua. Para ello se requiere persistencia, constancia y esfuerzo. Estas cualidades, que pueden ser difíciles de instaurar en un niño, sí pueden desarrollarse a través de un sistema de pequeños pasos. Uno de estos se denomina “la regla del minuto”, que consiste en ejecutar una determinada actividad cada día a la misma hora, pero solo durante un minuto.
Aunque 60 segundos parece poco tiempo, es el que se necesita para instaurar un hábito y echar atrás la pereza y el tedio. Si se repite a diario la misma actividad durante un minuto, los niños se irán acostumbrando, indica el portal Soy Mamá. Al cabo de pocas semanas ya formarán parte de su rutina cotidiana. Esto se logra porque se reduce el tiempo a las actividades que, en apariencia, les resultan insoportables.
Además, es recomendable elogiar los resultados que obtienen cada vez que terminen la tarea. Esto le dará una dosis adicional de motivación.
Una vez que el niño se sienta motivado y haya convertido esa tarea en un hábito, se podrá incrementar el tiempo que le dedican. Hay que ir de a pocos: primero 2 minutos, luego a 3 y así sucesivamente hasta que puedan completar la actividad.
El método japonés Kaizen puede aplicarse a cualquier ámbito del desarrollo infantil. No solo sirve para la instauración de las rutinas. También se puede usar para lograr mejores calificaciones o para promover la práctica de ejercicio físico o el hábito de la lectura. La idea principal es que los niños comprendan que lo más importante es avanzar un poco cada día, aunque se trate de pasos pequeños. De estos nace el éxito.
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