Las niñas y adolescentes mujeres son las más afectadas por la interrupción escolar. Aspectos como el embarazo adolescente, la crisis económica y los estereotipos de género son algunas de las causas detrás. ¿Qué consecuencias tiene esta situación en su desarrollo?
En nuestro país, la desigualdad educativa afecta en mayor medida a las niñas, adolescentes y mujeres. Con la pandemia, la brecha de género en educación se ha hecho más visible e incluso se ha incrementado, sobre todo la referida a interrupción escolar. Cifras del Ministerio de Educación indican que unos 300 000 estudiantes dejaron de ir al colegio en 2020 durante la pandemia, resultando más afectadas las estudiantes de zonas rurales.
La pobreza, el embarazo precoz, los estereotipos de género y la falta de recursos son algunos de los determinantes por los que las niñas y adolescentes mujeres no pueden terminar sus estudios básicos, lo cual impide que se desarrollen integralmente y disminuye sus oportunidades laborales a futuro, según comenta el economista Quentin Wodon en un artículo para el Banco Mundial.
“En muchos países, las normas sociales y los roles de género afectan también la capacidad de las niñas de permanecer en la escuela”, resalta. Además, agrega que cuando las niñas no completan 12 años de educación, en el mundo se generan pérdidas de productividad e ingresos que oscilan entre USD 15 billones y USD 30 billones. “Esto es porque, en promedio, las mujeres con educación secundaria ganan casi el doble que las mujeres que no han recibido ningún tipo de educación”, según un informe del Banco Mundial.
¿Por qué las niñas y adolescentes no logran culminar sus estudios?
De acuerdo con la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) 2020, las principales razones por las que las mujeres de 12 a 24 años no continúan estudiando son de índole económica y familiar (45.7%). Los motivos económicos incluyen la necesidad de ayudar en la chacra o negocio familiar, la falta de dinero y la necesidad de trabajar, mientras que los motivos familiares incluyen aspectos como el quedar embarazada a temprana edad, la unión conyugal y la necesidad de cuidar niños pequeños.
Si hablamos específicamente del embarazo adolescente, este constituye uno de los grandes problemas. De acuerdo con la ENDES 2020, el 8.2 % de adolescentes de 15 a 19 años y el 2.3 % de 12 a 17 años estuvo alguna vez embarazada, cifras que se acentúan en el área rural y en la selva. Un dato impactante del Ministerio de Salud es que en 2020 se triplicó el número de niñas menores de diez años forzadas a ser madres en el país.
El embarazo precoz provoca no solo que se abandonen los estudios o se les dificulte aprender en la escuela, sino también mayor dependencia a otros, mayor riesgo de violencia, problemas psicológicos y de salud física, así como el incremento de riesgo de muerte materna e infantil.
Otras de las razones por las que las niñas y adolescentes no continúan sus estudios son los estereotipos y roles de género: ellas suelen asumir responsabilidades en el hogar que no les corresponden al ser asociadas al trabajo doméstico o al cuidado de familiares, haciendo imposible que tengan tiempo para educarse.
¿Qué consecuencias deja la brecha de género educativa?
Unicef ha mencionado que la interrupción de los servicios de educación preescolar y de primera infancia priva a niñas y niños de experiencias de aprendizaje necesarias para su pleno desarrollo. Por su parte, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) señala que el hecho de que las niñas y adolescentes se alejen del sistema educativo y no culminen sus estudios trae como consecuencia que sean más vulnerables a la pobreza, la violencia y la exclusión social.
La falta de acceso a educación y la interrupción escolar también hacen más difícil su inserción laboral a futuro, por lo que pueden terminar trabajando de manera informal, sin protección ni beneficios. En el caso de las niñas, no continuar con sus estudios cuando corresponde las hace más propensas a sufrir el trabajo infantil.
Otra consecuencia tiene que ver con el desarrollo de sus capacidades. El estudio “Predictores de la deserción escolar en el Perú” de GRADE afirma que mientras más temprano se produce el abandono escolar, mayor efecto se observa en las habilidades a los 19 años. Sin educación, las niñas y adolescentes no tienen la oportunidad de aprender y desarrollarse integralmente, lo cual genera que sus expectativas y sueños sean menores, y que su autoestima se vea afectada de forma negativa.
Necesitamos una reforma integral en la educación que incluya desde una mejor infraestructura y centros educativos más cercanos, hasta un cambio en la forma de enseñar, para lo cual el enfoque de género es fundamental. Es importante educar en temas como la igualdad de género y la salud sexual y reproductiva para evitar perpetuar estereotipos y casos de embarazo adolescente que impidan a niñas y adolescentes continuar con su educación.
Otros puntos como reducir la pobreza y la inseguridad, la mejora del acceso a Internet y a dispositivos de conexión a nivel nacional, la capacitación docente y la medición de resultados educativos son también importantes para lograr el cambio que necesitamos. Las niñas y adolescentes merecen vivir en un país con igualdad de oportunidades. Creciendo en igualdad, mejoramos como sociedad. Mujeres de Cambio es una campaña organizada por RPP.
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