La agrupación combina y destaca la perseverancia, la empatía y el empoderamiento como ejes principales en sus ensayos para que sus integrantes se sientan motivados a bailar y expresarse con naturalidad.
Para Alvaro Villanueva Orduña, bailarín profesional, la danza es un arte que forma en salud, fortaleza y valores. Por ello, hace cuatro años fundó Pañuelos de Corazón, una agrupación de danza inclusiva que brinda oportunidades a niños y jóvenes en general –tengan o no alguna discapacidad– con el fin de potenciar su talento y demostrar que la danza es una forma de expresión genuina y auténtica.
“El arte es una forma de expresión única, especialmente la danza, y educar a través de ella es realmente transformador. Me di cuenta de que los niños se desenvuelven mejor, con movimientos libres, aún a pesar de las dificultades físicas o cognitivas que puedan tener”, señala Alvaro. A través del baile busca transmitir un mensaje de inclusión, además de ofrecerles una forma de socializar y superar sus limitaciones.
Bailando por la inclusión
Para continuar su labor con niños, jóvenes y adultos con talento en la danza, independientemente de su condición o nivel socioeconómico, la agrupación promueve la campaña “Bailando por la inclusión”. Así, en el programa siguen las directrices de la Danza Movimiento Terapia, una profesión donde los instructores se enfocan en el potencial terapéutico del proceso creativo de la danza y la improvisación.
Josefa Lora, pionera de la Educación Psicomotriz en el Perú, propone la educación corporal como el camino más seguro y auténtico para que un niño se potencie como una persona sana, fuerte, generosa y auténtica. En base a ello, la agrupación combina y destaca la perseverancia, la empatía y el empoderamiento como ejes principales en sus ensayos para que sus integrantes se sientan motivados a bailar y expresarse con naturalidad, sin temor a los prejuicios y empoderándose con cada movimiento y coreografía que realizan en escena.
En la actualidad, Pañuelos de Corazón está formado por 25 niños, jóvenes y adultos con síndrome de Down, que dejaron sus ensayos presenciales debido a las restricciones de la pandemia del Covid-19. De esta manera, tuvieron que acoplarse a la virtualidad y ahora buscan retornar a sus clases de baile en un espacio donde se les permita desarrollar sus habilidades con todas las medidas de bioseguridad adecuadas.
“Desde que inició esta emergencia sanitaria hemos buscado diversos recursos virtuales para continuar con los ensayos. Sin embargo, la interacción con los estudiantes no es la misma porque requieren de indicaciones acompañadas de contacto corporal y motivación directa”, concluyó el fundador.
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