Todos fuimos testigos de la mejora de la calidad del aire en nuestras ciudades durante la cuarentena, pero necesitamos cambiar nuestros hábitos para que esta mejora sea permanente y así cuidar nuestro planeta.
Cuando realizamos actividades diarias como alimentarnos, consumir productos, usar diferentes tipos de energía o trasladarnos, cada uno de nosotros deja una huella de carbono (CO2) en el planeta. Esta huella de carbono es un indicador ambiental clave que refleja el nivel de emisión de gases que absorben calor y contribuyen al calentamiento atmosférico.
Durante los primeros meses de la cuarentena por la COVID-19 en diversas ciudades de nuestro país, incluida Lima, se reportó una notable mejora en la calidad del aire debido a la inactividad del transporte urbano y, además, alrededor del mundo surgieron curiosos videos de animales saliendo a las calles de algunas ciudades. Sin embargo, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) como resultado del confinamiento es momentánea y no sustituye las acciones contra el cambio climático.
Mide tu huella de carbono
¿Te trasladas en taxis, combis o en el Metropolitano? ¿Cuánto pagas al mes por el recibo de electricidad de tu hogar? ¿Cuántos días a la semana consumes carne? Respondiendo preguntas como estas, podemos medir el impacto ambiental de nuestras actividades diarias para hacer un cambio consciente que contribuirá al planeta en el largo plazo.
Para ello, existen herramientas en línea como la Calculadora Libélula, donde al ingresar algunos datos en aspectos como el transporte, alimentación, consumo de productos y energía, cada uno puede analizar qué tan grande es nuestra huella sobre el clima y sobre todo, aprender a reducirla con compromisos de acciones simples.
¿Por qué es importante conocer nuestra huella? Libélula explicó a RPP que “es vital que sepamos cuál es el impacto que generamos para entenderlo y comenzar a cuestionarnos si lo que hacemos, consumimos o botamos puede ser menos impactante y, por lo tanto, más eficiente para los recursos que le demandamos al planeta”. En esa línea, agregaron que “solo si entendemos el verdadero impacto que generamos y el daño que significa no solo al planeta sino a nuestro futuro, podremos tomar la decisión de hacer los cambios necesarios”.
Por otro lado, la herramienta “Huella de Carbono Perú” (HCP) del Ministerio del Ambiente (Minam) se encarga de motivar a las organizaciones a conocer su impacto ambiental de su consumo energético y, sobre todo, conocer cuál es su evolución a partir de la implementación de estrategias destinadas a su reducción. Además, hace posible que los clientes conozcan a las empresas con responsabilidad ambiental y puedan tomar decisiones más conscientes.
¿Qué podemos hacer para reducir esta huella?
Es necesario que tanto los ciudadanos como instituciones públicas y privadas recordemos que evitar los impactos de la crisis climática es responsabilidad de todos y para ello, es necesario evaluar nuestras acciones cotidianas para poder vivir en una ciudad más sostenible.
Al transportarnos: Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las emisiones generadas por el sector transporte son bastante importantes y, en Latinoamérica, es uno de los de los principales contribuyentes a la contaminación. Frente a esto, es relevante mejorar y promover el transporte público, además de alternativas sostenibles como la bicicleta y otros medios de transporte eléctricos. Camina un poco más también, de pasada, será bueno para tu salud.
Al consumir productos: Para medir la huella de un producto debemos tener en cuenta todos los pasos que se han llevado a cabo para obtener su versión final como la extracción de materia prima, fabricación, transporte y uso. Por ello, aplicar las premisas de reducir, reutilizar y reciclar; además de evitar productos de un solo uso como bolsas plásticas pueden tener un gran impacto ambiental.
Al alimentarnos: Es importante consumir productos locales y de temporada. En general, los alimentos frescos de temporada producidos localmente requieren menos energía y reducen el consumo de combustible relacionado con su transporte.
Al consumir energía eléctrica: Buscar alternativas de bajo consumo como focos ahorradores y desenchufar los aparatos eléctricos cuando no se está utilizando. Además, apagando las luces de las habitaciones que no se utilizan, según la OMS, se evita la emisión de 400 kg de CO2 al año.
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