En lo que va del 2021, hubo 236 tentativas de feminicidios en todo el país y 9 de cada 10 intentos fueron perpetrados por las parejas o exparejas de las víctimas. ¿Cómo cambiar esta realidad?
Una de las mayores taras de nuestra sociedad es la violencia contra la mujer. Las agresiones y feminicidios reportados en lo que va del año así lo demuestran. Solo de enero a setiembre del 2021, se registraron 105 feminicidios en el Perú: es decir, cada dos días y medio, una mujer es asesinada en el país.
Del total de casos, más de la mitad (el 56.2%) fueron perpetrados por la pareja sentimental de la víctima, de acuerdo con estadísticas del Programa Nacional AURORA del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP).
Un esfuerzo multisectorial es necesario para que los principales responsables de estos atentados tomen consciencia real de los estragos que pueden llegar a causar. Si bien las sanciones que castigan los crímenes son importantes, es imprescindible trabajar para prevenirlos.
¿Por qué sucede esto?
Eliana Revollar, adjunta para los Derechos de la Mujer de la Defensoría del Pueblo explica que una de las principales consecuencias de los prejuicios y estereotipos de género que todavía persisten en nuestra sociedad es el ver a la mujer como posesión del hombre.
“Cuando la mujer sale de este esquema la manera de ‘corregirla’ o recalcarle su lugar de objeto es la violencia, que en el peor de los casos llega al feminicidio. Por ejemplo, la infidelidad, la ruptura de la relación -o la negativa de retomarla- son motivaciones de los feminicidas”, añade.
A una respuesta similar llega Luz Virginia Rojas, vocera de la Dirección General contra la Violencia de Género del MIMP. Según comenta, esta violencia ejercida de hombres hacia mujeres tiene razones estructurales que hacen que los varones asuman “una condición de supremacía frente a la mujer”, lo que les da la idea de que pueden disponer de su vida y de su cuerpo, comenta.
“Como si él fuera el dueño de ella, la somete y la controla. Un claro ejemplo frecuente es que cuando la relación de pareja termina, si el hombre conserva videos íntimos incluso puede chantajear o a veces extorsionar a la expareja. La sociedad a veces podría hasta legitimar estos hechos”, apunta Rojas.
Por ese motivo, las políticas públicas apuntan no solo a aplicar un castigo hacia el agresor, sino también a trabajar para transformar ese ideal de mujer subordinada desde las escuelas, los hogares y otras instituciones.
Educar en igualdad: la mejor prevención contra la violencia
La representante del MIMP asegura que, poder concientizar a los varones -principales agresores-, el abordaje debe enfocarse en la reflexión sobre los privilegios que, por el hecho de ser hombres, han tenido desde que eran niños en sus hogares: no participar de la preparación del alimento, en el recojo o el lavado de los platos, la limpieza de la casa, por ejemplo.
“(Los hombres deben) tomar consciencia de que el modelo tradicional machista es violento no solo para las mujeres, sino que también puede perjudicar a los varones porque les exige una serie de demandas como que, para ser exitoso, debe tener un carro, una familia, una vivienda y mantenerla”, sostiene Rojas.
Por esa razón, una educación en igualdad de género desde la infancia puede derribar estos estereotipos. En el hogar, la escuela y la comunidad, deben establecerse pautas de respeto a la posición de la otra persona. “Por ejemplo, si un niño quiere jugar a tal cosa y cundo la niña dice que ‘no’, él quiere someter o imponer el juego o la forma de juego, hay que enseñarle a que respeten. Cuando la niña dice que ‘no’, es ‘no’”, añade.
Esta crianza en valores que equiparan los derechos y deberes de hombres y mujeres desde que son pequeños resulta en nuevas masculinidades. Para Revollar, un primer mecanismo sería que el padre o la figura paterna enseñe con el ejemplo a ser afectuoso con los demás miembros de la familia.
Atención a las señales de alerta
El portal estadístico del Programa Nacional AURORA revela que, en lo que va del 2021, hubo 236 tentativas de feminicidios en todo el país. Asimismo, 9 de cada 10 intentos fueron perpetrados por las parejas o exparejas de las víctimas.
Otro dato no menor es que, de enero a setiembre de este año, 48 206 casos de violencia física fueron atendidos por los Centros de Emergencia Mujer (CEM). Si bien el contexto de cada agresión es distinto, existen señales que pueden alertar a una mujer o a sus relativos que se encuentra compartiendo espacios con un potencial victimario.
Eliana Revollar recomienda prestar atención a si, en una relación, la pareja ejerce control sobre los aspectos de la vida de la mujer o si intenta constantemente ridiculizarla o culparla de cualquier problema.
“(La mujer debe estar alerta por) si busca ridiculizarte mediante bromas o comentarios hirientes; si te pide la clave de tu celular u otras redes sociales y no respeta tu privacidad; te aísla de tu familia; te amenaza; te exige tener relaciones sexuales o te hace sentir mal por no aceptarlo; te pide o busca controlar tu dinero; te dice como te puedes o no te puedes vestir; entre otros”, detalla.
A su vez, Luz Virginia Rojas recalca que también existen señales que pueden no parecerlo, pero son manifestaciones de un control progresivo que podría desencadenar en hechos de violencia. Según la especialista, pensamientos como “me llama cada 5 minutos para controlarme cuando salgo es porque me quiere”, o “si me cela es porque me quiere”, o “si no le gusta que me ponga determinada ropa es porque me cuida”, no son indicios de una relación sana.
Otro indicio recurrente es el control de la comunicación de la mujer con otras personas a través del pedido de contraseñas y de la vigilancia exagerada de la rutina diaria. “Hay chicas que están, por ejemplo, en la tienda, se quedan conversando con el vecino y eso genera escenas de celos que constituyen en sí mismos hechos de violencia psicológica pero que también pueden determinar violencia física”, concluye.
Recuerda que, si eres víctima o presencias algún acto de violencia de género, puedes comunicarte con la Línea 100, servicio gratuito que funciona ininterrumpidamente todos los días del año. Un especialista te atenderá y te derivará con el Centro de Emergencia (CEM) más cercano o con los Servicios de Atención Urgente (SAU).
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