La confirmación de su existencia en el satélite pone una nueva pieza en medio del programa Artemisa para el regreso del hombre a la Luna.
Este lunes, la NASA confirmó la presencia molecular de agua en la Luna de manera inequívoca, provocando un hito en la ciencia a puertas del inicio del programa Artemisa, con el regreso del hombre al satélite. Pero, este hallazgo ha abierto una preocupación al resto de la comunidad: la extracción de este recurso.
El que haya agua, en granos, congelada o como líquido, en el satélite, abre las puertas a la agencia a considerarla como recurso para explotar en medio del programa de colonización del astro. La humanidad no solo la necesitará para beberla, sino que también para combustibles de las naves. Por otro lado, el oxígeno podría reponer los suministros de aire y usarse en reacciones químicas simples en la superficie lunar para extraer otros recursos útiles del regolito (suelo compuesto de pequeños granos).
"Es lo mismo que bebemos en la Tierra", dijo a CNET Shuai Li, un científico planetario de la Universidad de Hawai y coautor de uno de los nuevos estudios presentados este lunes. “Pero la abundancia es extremadamente baja. Necesitarás procesar algunos miles de kilogramos de regolito lunar para obtener 1 kilogramo de agua".
Jim Bridenstine, administrador de la NASA, mencionaba con el anuncio que “aún no se sabe si podemos explotarlo como recurso”.
Aunque la cantidad es mayor de lo que se pensaba, siendo una de las formas encontradas las “trampas frías” en los cráteres, la cantidad de agua aún es ínfima para los planes de extracción de ella.
"Para ser claros, no son charcos de agua, sino moléculas de agua que están tan separadas que no forman hielo o agua líquida", dijo Casey Honniball, investigador postdoctoral en el Centro de vuelos espaciales Goddard de la NASA y autor principal de uno de los artículos a The New York Times.
La NASA ya está planeando enviar un pequeño satélite, una misión dirigida por Caltech llamada Trailblazer, a la Luna para cuantificar y estudiar el agua en la Luna.
La agencia también planea enviar un rover de caza de agua llamado Volatiles Investigating Polar Exploration Rover (VIPER) a la roca espacial a fines de 2023.
"El agua es un recurso valioso, tanto para fines científicos como para el uso de nuestros exploradores", dijo Jacob Bleacher, científico jefe de exploración de la Dirección de Misiones de Operaciones y Exploración Humana de la NASA. "Si podemos utilizar los recursos de la Luna, entonces podemos transportar menos agua y más equipos para ayudar a permitir nuevos descubrimientos científicos".
Por el momento, hay programas que están investigando cómo convertir el suelo lunar en agua potable y oxígeno respirable de cara al regreso del hombre a la Luna en 2024.
Artemisa oficializa la explotación del agua
Pero esto ya está en leyes que han firmado ocho agencias mundiales, excepto Rusia y China.
En estos acuerdos de Artemisa, las naciones suscritas deberán seguir una serie de 10 reglas en el marco de las nuevas expediciones hacia la Luna y Marte. Estas están enfocadas hacia la explotación de los recursos espaciales.
El principal tratado de este acuerdo es que los países que se suscriban podrán hacer uso de la exploración de los astros con fines pacíficos y registrar los objetos espaciales: "La capacidad de extraer y utilizar recursos en la Luna, Marte y los asteroides será fundamental para apoyar la exploración y desarrollo espacial seguro y sostenible".
Por supuesto, la comunidad científica internacional mantiene sus preocupaciones debido al daño que se puede ocasionar al ecosistema lunar. Sin embargo, las directrices de ella esperan tener un plan de sostenibilidad que no perjudique a la Luna.
"Cuando lo visitemos, inevitablemente lo modificaremos, temporal o permanentemente. Yo diría que comprender y planificar el impacto de los sistemas de naves espaciales en el entorno lunar es fundamental para llevar a cabo una ciencia significativa y responsable", concluyó Parvathy Prem, científico de planta del Grupo de Exploración Planetaria del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins en Laurel, Maryland.
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