La cápsula lanzada al espacio por la NASA como parte de la misión Artemis 1 finalmente compartió sus primeras imágenes de la superficie lunar.
Artemis 1, la misión de la NASA que sirve como primer paso para que la humanidad eventualmente regrese a la Luna, continúa desarrollándose tras el lanzamiento de la nave Orión a bordo del cohete Space Launch System (SLS) y, una semana después de este hecho, finalmente llegó a la órbita de la Luna. Al estar en su punto más cercano al satélite de la Tierra, la cápsula logró capturar sus primeras fotografías de la superficie lunar.
Hace unos días, la nave espacial Orión, que por ahora solo lleva a maniquíes y los equipos necesarios para la misión de reconocimiento a bordo, estuvo a unos 130 kilómetros de la superficie del cuerpo celeste. Gracias a esto, pudo capturar varias imágenes de alta calidad de la Luna y enviarlas a la agencia espacial, que no tardó mucho en compartirlas con el resto del mundo.
Un arduo viaje da sus recompensas
Es un hecho que la misión Artemis 1 representó todo un dolor de cabeza para la NASA. Desde los múltiples retrasos que sufrió el lanzamiento del cohete SLS por diversos factores hasta la pérdida de contacto por 47 minutos con la cápsula Orión por motivos que no han sido esclarecidos, la travesía de la agencia espacial con el inicio de su ambicioso programa fue sumamente accidentada. No obstante, es gracias a este tipo de recompensas por las que los astrónomos de la organización trabajan tan duro.
La nave espacial ya estuvo cerca de la superficie Lunar y pudo capturar sus primeras imágenes de estas zonas. Dichas imágenes fueron tomadas a una velocidad de 8.120 km/h y ejemplifican perfectamente lo que sucede con un astro que no tiene atmósfera, como nuestro planeta. Los múltiples cráteres que se observan son producto de impactos de meteoritos que no se desintegran por completo ante la falta de esta capa.
Un ambicioso proyecto para el futuro de la exploración espacial
Según lo que detalla la agencia, Orión está transitando por una órbita distinta a la de las misiones Apolo. En concreto, la nave espacial recorre una órbita retrógrada distante, lo que le permitirá convertirse en el vehículo de astronautas que más se va a alejar de la Tierra en toda su historia. Ésta requiere el uso de la gravedad de la Luna como una “catapulta” para incrementar su velocidad y ya ha sido escogida para probar los motores y escudos de calor de la cápsula en condiciones que no pueden ser replicadas en nuestro planeta.
En su viaje de regreso a la Tierra, Orión traerá consigo datos obtenidos por los sensores de los maniquíes que lleva a bordo así como también mediciones que la propia nave consiguió. Estos serán analizados por los ingenieros de la NASA con el objetivo de hacer las modificaciones necesarias para llevar a cabo la misión tripulada sin problemas, con miras a que, en algún momento, los astronautas puedan volver a pisar la superficie lunar.
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