Los científicos han querido encontrar la respuesta si es que, en una guerra, es mejor tener una armada numerosa o débil o tener pocos combatientes poderosos. Para hallarla, usaron Age of Empires y hormigas.
Tres investigadores de la Universidad de Australia Occidental han realizado una prueba militar utilizando modelos de combate sacados del videojuego Age of Empires en hormigas.
El estudio, publicado en PNAS, trata de investigar cómo la dinámica del campo de batalla cambia los resultados de la guerra no solo en humano, sino también en seres vivos como los insectos.
La investigación
La pregunta principal de los investigadores Samuel Lymbery, Bruce Webber y Raphael Didham es saber si es que es mejor tener una gran cantidad de unidades relativamente débiles o una cantidad menor de unidades extremadamente poderosas.
La idea, que en realidad data desde la Primera Guerra Mundial, ha sido llevada a un nuevo campo con elementos muy diferentes a los esperados.
“Para ilustrar los efectos potenciales de la complejidad ambiental en el combate grupal en un escenario idealizado, primero organizamos batallas simuladas usando el videojuego de estrategia en tiempo real Age of Empires II”, señala el estudio." Una simulación se encuentra en algún punto entre los modelos teóricos y el comportamiento del mundo real, por lo que no es un gran paso adelante. Pero, como veremos, los combatientes de Age of Empires son más fáciles de calificar en términos de fuerza de combate y mucho más cooperativos cuando se trata de luchar”.
Para modelar su alta fuerza de combate, los estudiosos escogieron a los Caballeros de la Orden Teutónica. Al frente, en mayor número, pero con menor poder, estaban los Espadachines de dos manos.
Aquí empezaron sus pruebas. En duelos 1 a 1, indudablemente ganaba el Caballero. Solo en un duelo de entre 5 a 1, perdía. Luego, los investigadores ejecutaron una serie de escenarios con un equipo de nueve Caballeros enfrentándose a un número variable de Espadachines. Y según diversas medidas, a los Caballeros de élite les fue mejor en entornos complejos. Si bien los nueve Caballeros comenzaron a perder contra 50 espadachines en entornos simples, aún podían vencer a casi 70 espadachines en entornos complejos. Se necesitaban menos espadachines para matar a su primer caballero en entornos más simples, y la supervivencia de la unidad más débil era mejor en terrenos más simples.
¿Y las hormigas?
Con este precedente en la mente, ahora llevaron las estrategias a duelos de hormigas. Para representar a los Espadachines, estaban las hormigas argentinas, las cuales miden 2 mm de longitud, pero que pueden vivir en grandes colonias con múltiples reinas. Como los Caballeros estaban las hormigas carniceras australiana, quienes, aunque comen material vegetal, también hurgan en animales muertos. En comparación con las argentinas, miden cuatro veces su longitud.
Pero estas hormigas no peleaban entre sí en duelos 1 a 1: en cinco de las pruebas nunca se desarrolló algún combate. Los investigadores se dieron con la sorpresa de que, si pones un grupo de hormigas argentinas con una sola hormiga carnicera, no se molestarían en iniciar una pelea.
Entonces, los investigadores simplemente continuaron con el experimento, colocando grupos de 20 hormigas de carne con entre cinco y 200 hormigas argentinas. Independientemente de las cifras, el resultado fue similar al del videojuego: 24 horas después, todas las hormigas argentinas estaban muertas. Pero, afortunadamente para los investigadores, un detalle difería: el número de hormigas carnívoras matadas aumentó a medida que aumentaba el número de hormigas argentinas. Y subió más lentamente en un terreno complejo que en un recinto simple.
"La complejidad ambiental influye en la pendiente de la relación entre el tamaño del grupo y la capacidad de combate del grupo", concluyen los investigadores. Y eso es consistente con las ideas teóricas que se propusieron por primera vez después de la Primera Guerra Mundial.
“El hecho de que las pequeñas pero numerosas hormigas invasoras no nativas tengan más éxito contra sus grandes competidores nativos en entornos simplificados tiene sentido, a la luz de nuestro estudio experimental sobre la guerra de hormigas”, se lee en un artículo escrito por los investigadores en The Conversation. “También sugiere que agregar complejidad a nivel del suelo, como desechos naturales, puede inclinar la balanza a favor de especies nativas más grandes. Al igual que en el caso de los humanos (y en los juegos de ordenador), el resultado de las guerras de hormigas depende de la naturaleza del campo de batalla”.
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