El develamiento del nicho da oportunidad a los científicos de estudiarla y determinar su antigüedad exacta.
Un grupo de científicos de diferentes partes del mundo ha expuesto, por primera vez en siglos, la superficie original de lo que se considera la tumba de Jesucristo, según informó la National Geographic Society.
Ubicada en la Iglesia del Santo Sepulcro, en la ciudad vieja de Jerusalén, esta tumba estuvo cubierta por una capa de mármol desde el año 1555, aunque no se descarta que cientos de años antes ya haya tenido estas características.
La capa de mármol ha sido retirada, pero se encontró una importante cantidad de material de relleno que el equipo estudiará. NatGeo filma los trabajos de restauración y prepara un completo informe sobre el tema.
"Será un análisis científico largo, pero finalmente seremos capaces de ver la superficie de la roca original en la que, según la tradición, se colocó el cuerpo de Cristo", dijo uno de los expertos.
¿Qué dice la teoría cristiana? Según la religión cristiana, el cuerpo de Jesúcristo fue colocado en un nicho excavado en la ladera de una cueva de piedra caliza después de su crucifixión por los romanos en el año 30 o 33. También se sostiene que Cristo resucitó después de la muerte, y que las mujeres que vinieron a ungir su cuerpo tres días después del entierro informaron que no había restos presentes.
Esta plataforma de enterramiento está ahora cerrada por una pequeña estructura conocida como Edículo, que se reconstruyó por última vez entre 1808 y 1810 después de ser destruida en un incendio. El Edículo y la tumba interior se encuentran actualmente en proceso de restauración por un equipo de científicos de la Universidad Técnica Nacional de Atenas, bajo la dirección de Antonia Moropoulou.
La exposición del nicho está dando a los investigadores una oportunidad sin precedentes para estudiar la superficie original de lo que se considera el lugar más sagrado de la cristiandad.
Un análisis de la roca original puede ayudar a comprender mejor no sólo la forma original de la cámara de la tumba, sino también cómo ha evolucionado como punto focal de veneración desde que fue identificado por primera vez por Helena, madre del emperador romano Constantino, en el año 326.
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