Una de las medidas necesarias para evitar el contagio del nuevo coronavirus es común en algunas especies del reino animal.
En medio de la pandemia de la COVID-19, el distanciamiento social se ha convertido en una de las principales armas para evitar más contagios entre las personas. Este comportamiento, sin embargo, no es nuevo, y los animales son un claro ejemplo de su efecto en la población total de individuos.
Un estudio publicado en el Proceedings of the Royal Society B por Andrea Townsend, ecólogo del Hamilton College, y Dana Hawley, bióloga del Instituto Politécnico de Virginia, revelan cómo funciona el autoaislamiento en el reino animal.
“Los animales han desarrollado señales bastante complejas para inducir el distanciamiento social. La langosta espinosa del Caribe [una langosta social que normalmente vive en grupos] ha evolucionado para detectar una señal química en la orina de las langostas enfermas y evitar las áreas que ocupan estas langostas enfermas”, menciona Hawley a Science.
En el caso de las langostas, su comportamiento social se agrupa en madrigueras, lo que les proporciona mucha protección. Para ellos, el distanciamiento social significa abandonar esa guarida, que es una perspectiva bastante peligrosa para ellos. En otros casos, es mucho más sutil, como simplemente interactuar menos con un individuo en particular en un grupo.
Por su parte, Towsend cuenta el caso de los pinzones. Ellos utilizan señales de comportamiento muy generales, como el letargo, para evaluar posibles infecciones y evitar a ciertos individuos.
¿Y existe cuarentena?
Para la ecóloga, el mejor ejemplo proviene de los insectos. Siendo animales tan sociales, las hormigas y abejas tienen un particular método: el individuo enfermo abandonará intencionalmente la colonia para desaparecer y morir.
“En este tipo de colonias de insectos, los individuos están muy relacionados entre sí, más que en los grupos familiares humanos. Por lo tanto, puede ser beneficioso para un individuo sacrificarse para proteger a su familia más grande”, revela Townsend.
"El distanciamiento social funciona. Cada vez que vemos un comportamiento que ha evolucionado una y otra vez en tipos de animales no relacionados, es una señal de que, aunque el distanciamiento social es un comportamiento muy costoso, los beneficios claramente superan los costos", finaliza.
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