Estudio publicado en European Journal of Social Psychology explica la razón de esa incógnita que quizá alguna vez rondó tu cabeza.
Los gases ajenos resultan más fétidos e insoportables que los de uno mismo, aunque es un tema algo incómodo de tratar con la persona que tenemos al lado, la ciencia se ha dado tiempo de resolver esa incógnita que quizá alguna vez rondó tu cabeza.
Un reciente estudio publicado en European Journal of Social Psychology por los psicólogos Richard J. Steven y Betty M. Repacholi sostiene que la familiaridad con nuestros propios olores es una de las explicaciones.
Y es que las bacterias que tenemos en el intestino, encargadas de descomponer los alimentos para una buena digestión, no son las mismas para otras personas y tampoco huelen igual.
Según recoge un artículo de Elpais.com, los autores señalan que los gases ajenos son interpretados como señal de peligro y también está el factor sorpresa. Explican que el propio individuo ya tiene la advertencia de las sensaciones intestinales que anteceden a la flatulencia, incluso un cerebro prevenido puede haber enviado a nuestros pies la orden de alejarse del resto cuando se viene lo inevitable.
Pero, ¿podríamos tolerar los olores hediondos de una pareja de larga duración? Aún no es contundente el concepto de adaptación olfativa, lo cierto es que "el sentido del olfato humano es 10.000 veces más sensible que cualquier otro de nuestros sentidos", según recuerda un estudio de la Revista de Divulgación Científica y Tecnológica de la Universidad Veracruzana Octavio Maldonado-Saavedra, del Centro de Investigaciones Biomédicas (México).
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