Un periodista, un editor y un lector honorable
El fallo contra Christopher Acosta y Jerónimo Pimentel no solo es un golpe contra la libertad de expresión, sino también contra la libertad de imprenta.
Literato
Docente del Programa de Humanidades de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Investigador de la obra de los escritores de Luis Loayza, Sebastián Salazar Bondy y Jorge Luis Borges. Con profundo interés por las historias de Lima y su evolución. Licenciado en Literatura por la UNMSM y magíster en Literatura Peruana e Hispanoamericana por la misma universidad.
El fallo contra Christopher Acosta y Jerónimo Pimentel no solo es un golpe contra la libertad de expresión, sino también contra la libertad de imprenta.
El llamado del autor de “Pájinas libres” no fue el de alentar la confrontación política ciega o intolerante, sino la de concebir partidos que sean consecuentes con sus ideales y que salgan a defenderlos en el debate público.
Los recientes incendios forestales nos hacen pensar en las víctimas y en las pérdidas materiales, pero también deben hacernos reflexionar sobre el peligro que corren los lugares arqueológicos del país.
El contacto visual permite que todos los conocimientos, razonamientos o comentarios tengan un rostro humano, esto es, un lugar social en el mundo del estudiante.
No es necesario esperar a momentos críticos como los que vivimos para empezar a pensar en otras alternativas para la lectura.
Si bien este 2021 es el año del Perú, no deja de ser tampoco el año de la capital.
¿Cuál es el número de la pandemia? No lo sabemos, pues nunca llegaremos al número esencial. Pero es muy probable que cada uno de nosotros tenga, eso sí, un símbolo que abrevia y al mismo tiempo proyecta todo lo que está ocurriendo.
El virus ya no es el enemigo común, el cohesionador de una sola nación (o un solo planeta), sino un elemento político más en nuestro muy politizado mundo.
La metáfora militar no es una novedad en la historia de la medicina occidental, pero hace algunas décadas que ha sido cuestionada, pues no incluye a los enfermos ni a los fallecidos.
La calle solo tiene movimiento hasta la una o las dos de la tarde, cuando salen los compradores de último minuto para luego regresar a sus casas, almorzar y no volver a salir más. Los que caminan por la tarde son los verdaderos solitarios.