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"Vidas minadas" llega a Perú con víctimas invisibles de las guerras

Foto: Difusi
Foto: Difusi

"En las guerras, el menor problema son los muertos; los principales son los que afrontan los supervivientes", afirma el fotoperiodista español Gervasio Sánchez.

La exposición "Vidas Minadas-10 años", obra del galardonado fotoperiodista español Gervasio Sánchez, se presenta desde mañana en Lima con la finalidad con la que nació: dar visibilidad a las verdaderas víctimas de la guerra, según su autor.

En una entrevista con Efe, el fotógrafo, con más de 25 años dedicados a la cobertura de guerras y conflictos desde una vertiente de radical solidaridad con las víctimas, explica cómo entiende su trabajo a través de lo que parece una paradoja:

"En las guerras, el menor problema son los muertos; los principales son los que afrontan los supervivientes, cómo se defienden y luchan por la superación y la dignidad", afirma.

La exposición, que se verá hasta fin de mes en el Centro Cultural de España de Lima, ha viajado ya a Colombia, Nueva York, París y Miami, además de numerosas ciudades españolas, y contiene imágenes de la vida de doce personas de cuatro continentes que han quedado mutiladas por las minas.

Personas que duermen, juegan al fútbol, crían a sus hijos, estudian en la escuela, besan a sus esposas, vuelan cometas, que viven la vida triste o alegre de cualquier vecino, aunque esa vida está marcada por un muñón del que la cámara Gervasio les ha enseñado a no avergonzarse.

"No convertir la cámara en un simple ladrón de sufrimientos ajenos", ha escrito el fotógrafo en la presentación de su muestra, realizada en blanco y negro y siempre con la total complicidad de los retratados, hombres y mujeres humildes de Afganistán, Bosnia, Camboya o El Salvador.

Entre 1997 y 2007 Gervasio visitó a Adis en Sarajevo, a Joaquina en Angola, a Justino en Nicaragua o a Wahida en Kabul, y compartió con ellos operaciones de quirófano, ceremonias familiares, juegos y sinsabores, porque ha hecho suya la máxima de su maestro Ryszard Kapuscinski: no escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un poco de su vida.

Por esa razón la muestra se llama "Vidas minadas-10 años", porque ilustra los diez años vividos por esas personas que Gervasio siempre cita por sus nombres propios, y de las que piensa hacer dentro de quince años un nuevo proyecto para contar su vida adulta y su vejez.

El autor cree que uno de los errores del periodismo es abandonar el escenario de una guerra cuando ésta termina, pues para él los verdaderos problemas son los que se presentan después: "los periodistas vamos a una guerra, la documentamos y nunca más volvemos, usamos a las víctimas como parte de un reportaje y las convertimos en una declaración, o media", reflexiona.

Cuando en 1992 documentaba el cerco de Sarajevo, decidió que estaba harto de fotografiar muertos, y fue en ese momento cuando decidió que él quería llegar más allá, llegar "a la trascendencia de la historia, y no al impacto mediático inmediato".

Gervasio Sánchez cuenta una anécdota estremecedora: durante la guerra de Liberia, él y una colega fotógrafa llegaron donde un grupo de jóvenes guerrilleros borrachos retenían a varios chavales del bando rival.

Enardecidos por las drogas y por la presencia de los fotógrafos, se disponían a castrarlos vivos, pero Sánchez y su colega dejaron las cámaras en el suelo, lo que desconcertó a los guerrilleros que depusieron su actitud.

"Nunca me interesaron las exclusivas embarradas en sangre", se dijo entonces y se repite hoy.

Muy crítico con el periodismo de los tiempos modernos y con la carrera por la inmediatez y la tecnología, Sánchez no cree que la mejor historia sea la primera en salir, ni la que más formatos tiene.

Esta carrera alucinada por la exclusividad y la rapidez ha hecho olvidar lo que para él es más importante, la "misión" de la que todo periodista está investido: "mostrar las contradicciones del mundo en que vivimos, colocar en lugar visible a las víctimas anónimas y regenerar nuestra situación de cómodo aburrimiento con dosis de moralidad".

"No soy un activista, soy un periodista (concluye este Premio Nacional de Fotografía en España). Sigo creyendo que el periodismo es tan importante como la medicina o la educación, porque una sociedad sin buenos periodistas está condenada a la más tierna manipulación".

EFE

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