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Mujeres frente a la Independencia del Perú: Historias que deben contarse en el Bicentenario

Micaela Bastidas, las rabonas y Rosa Campusano son algunas de las figuras que más resaltan en la lucha por la libertad del Perú en los siglos XVIII y XIX
Micaela Bastidas, las rabonas y Rosa Campusano son algunas de las figuras que más resaltan en la lucha por la libertad del Perú en los siglos XVIII y XIX | Fuente: Composición

En el  Bicentenario de la Independencia del Perú aún se invisibiliza el rol femenino y sus aportes para la lucha por la libertad de nuestro país. ¿Quiénes fueron las mujeres que formaron parte de causas patrióticas?

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Una revisión de los libros de historia nos muestra la información oficial sobre Perú en el siglo XVIII, el Virreinato, los precursores, el levantamiento de Túpac Amaru, la Independencia del Perú y más sobre por qué celebramos las Fiestas Patrias un 28 de julio y un Bicentenario este 2021. Los mismos libros muestran que las mujeres, en plural, se disputan el espacio en los cuadritos de texto.

Décadas antes del período exacto de la Independencia del Perú (entre 1811 y 1824), Micaela Bastidas, por ejemplo, es descrita como la “esposa de Túpac Amaru”. En el año del Bicentenario, es necesario volver a presentarla, al igual que la historia de muchas otras mujeres que no llegaron a figurar en los libros escolares, pero cuyo papel en la gesta patriota fue clave.

En el registro de la historia, el rol femenino ha sido relegado a su valor como compañeras. Es decir, las esposas de, hermanas de, amantes de, madres de y podríamos seguir enumerándolas de esa manera. “Son ellos (los hombres) los protagonistas y el rol de las mujeres que quieren sumarse a la causa patriótica, y a las cuales se invita por supuesto, deben ser de compañía”, explica Magally Alegre, doctora en historia de la Universidad de Stony Brook y coordinadora de la Casa O'Higgins, a RPP Noticias.

La especialista analiza que no es solo una invisibilización de su trabajo, sino también una sexualización a la que han sido expuestas desde hace 200 años. Se ha continuado con la imagen de “bella o seductora mujer” que convence a los hombres a participar de la causa patriótica, un estereotipo que las infravalora.

“Esta sexualización de la mujer alcanza tanto a las rabonas como a estas mujeres seductoras que van a contribuir desde su belleza a la causa patriótica o incluso, a cualquier otro esfuerzo de involucración política, puesta en un segundo plano como un interés personal”, añade Alegre.

Para conocer un poco más de la situación de las mujeres antiguamente, Scarlett O’Phelan, historiadora de la PUCP y doctora en Filosofía de la Universidad de Londres, nos comenta que la educación tuvo mucho que ver con su invisibilización en ese entonces, debido a que no era una enseñanza dirigida hacia ellas, sino a la instrucción de su futura familia.

“Las mujeres que tienen mayor educación y son más ilustradas, normalmente han estado educándose en conventos o también con alguna tutoría en la casa. Sobre todo, se les da la educación pensando que tienen que educar a los hijos”, destaca para RPP Noticias. “El rol protagonista está en manos de los varones, porque la mujer tiene un papel un tanto rezagado en términos educativos al final de la colonia”.

A partir de la instrucción que recibían las mujeres, se pueden establecer dos sectores desde donde se hicieron grandes aportes para la Independencia del Perú: las élites y los sectores populares. Las primeras son aquellas que provenían de grandes familias, y fueron una suerte de espías o conspiradoras, mientras que las siguientes estuvieron presentes en los campos de batalla como acompañantes de las milicias.

Las tertulias claves para la Independecia del Perú

Las tertulias fueron un espacio político y académico para las mujeres desde el siglo XVIII en Europa clásica, y se replicaron en las grandes ciudades y capitales de las Américas. Para la historiadora Magally Alegre, ellas “van creando un argumento y un diálogo que es el que arma o agrupa la discusión dentro de sus tertulias. Este proceso de selección de a quienes invitar, quienes forman parte e incluso, coincidir con otras tertulias que suceden en la ciudad”.

Cabe destacar que iniciaron como reuniones de señoras de cierta prestancia o de grandes familias con el objetivo de hablar sobre literatura. Sin embargo, más tarde encuentran su gran utilidad “en términos de la Independencia, dar opiniones y tomar algún tipo de acuerdo”, según apunta Scarlett O’Phelan.

Algunos personajes femeninos que realizaron tertulias son Rosa Campusano, Manuela Sáenz o Petronila Carrillo de Albornoz, quienes fueron anfitrionas de reuniones políticas para la causa independentista. Es un rol mucho más sofisticado que la presencia en las batallas, pero sus funciones también fueron de espías, debido a que su propia invisibilización logra que nadie sospeche de ellas.

“Hay un grupo que se llaman las patricias, que son mujeres de familias importantes, con capacidad económica, que van a hacer donaciones para la causa de la Independencia, pueden ser en dinero o sus joyas. A veces, van a actuar con voluntariado, como enfermeras, por ejemplo, y van a ser condecoradas por San Martín”, explica O’Phelan sobre esta élite de mujeres que también hicieron aportes a la Independencia del Perú. “Incluso, van a esconder patriotas soldados en sus casas para que no los puedan tomar presos”.

Rosa Campusano fue una mujer guayaquileña muy influyente en el siglo 19, y es recordada como parte de la causa independentista.

Rosa Campusano fue una mujer guayaquileña muy influyente en el siglo 19, y es recordada como parte de la causa independentista.Fuente: Captura de pantalla

A pesar de no ser demostraciones tan directas como tener una voz política, Magally Alegre considera que “hay toda una serie de demostraciones de agencia política en cosas simbólicas, como las tertulias, el uso de saya y manto como una forma de discreción política, es algo que va a rescatar Ricardo Palma en las acuarelas de Pancho Fierro”.

Sin embargo, sus propósitos —por más académicos y sofisticados que luzcan para la historia— también suelen ser confundidos por la romantización de estas conversaciones o la validación de ellas únicamente a través de su belleza. El caso de Manuela Sáenz es uno de los que más se recuerdan en los estudios históricos sobre su participación política.

“Es el cliché de que era la amante de Bolívar, pero si uno lee las cartas que ella escribió a Simón Bolívar, todas tienen contenido político. Al final se despide muy cariñosa por esa relación que mantienen, pero toda la carta son sobre los momentos políticos que se están viviendo”, asegura Scarlett O’Phelan a RPP Noticias.

Las rabonas o coladeras

Fuera de las élites, y alejadas de Lima, toman importancia las rabonas, o también llamadas coladeras. La palabra se origina en su propia tarea con las huestes, iban a la espalda de los soldados y no resaltan los nombres propios, debido a que era una participación más anónima, a diferencia de muchas mujeres ilustradas.

Los hombres soldados que caminaban delante de ellas fueron sus hijos, esposos, hermanos o de otro tipo de vínculo familiar. Las rabonas están presentes en el campo de batalla, pero no luchando directamente contra el enemigo, sino con el objetivo de proveer ayuda médica, alimentos o limpieza para que se mantengan en pie.

“No se les ha dado la importancia que realmente tenían. Aparecen mucho en las acuarelas de Pancho Fierro, él representa en muchos casos a las rabonas y son, sobre todo, mujeres de los sectores populares. Y van al frente, porque están apoyando al soldado y circulan con ellos. Hacen el viaje, que también es bastante importante”, detalla la historiadora Scarlett O’Phelan.

Un soldado y una rabona que le sigue el paso en una acuarela de Pancho Fierro, del siglo 19.

Un soldado y una rabona que le sigue el paso en una acuarela de Pancho Fierro, del siglo 19.Fuente: Captura de pantalla

Tal como las mujeres de élite, también fueron sometidas a una tergiversación de su labor real para la Independencia del Perú. Muchas veces se les describe como una compañía emocional o sentimental, “pero que no se fijan en esta necesidad de acompañar a las milicias y a las huestes y proveer condiciones materiales que tienen que ver con el albergue, la comida o con el cuidado de la salud. Esta es su manera de contribuir también a las causas, a través del cuidado de sus familiares”, apunta Magally Alegre a RPP Noticias.

Para O’Phelan, dicho estereotipo aplicado a las figuras femeninas es una constante en la historia. “Siempre es una amante o simplemente es la rabona, que también al final terminan diciendo que son las amantes de los soldados, aunque eran a veces hermanas, esposas o madres (…) No se ve que también tengan un compromiso de una participación política”, plantea.

Micaela Bastidas en la Gran rebelión, 40 años antes de la Independencia

En los libros y documentos sobre Micaela Bastidas, existen muchos apuntes sobre la participación de la mujer peruana en la lucha por la justicia y contra los maltratos de la colonia española. Fue esposa de Túpac Amaru II, y una pieza vital para la Gran Rebelión en el siglo 18. Ambos murieron 40 años antes de que se proclamara la Independencia del Perú, pero sin ellos, la historia no se habría escrito de la misma forma.

Scarlett O’Phelan es autora de los libros “La gran rebelión de los Andes: de Túpac Amaru a Túpac Catari” y “Siete Ensayos sobre la Gran Rebelión de los Andes: de Túpac Amaru a Túpac Catari”, en donde repasa la vida del héroe indígena y sus aportes para la causa patriótica de nuestro país.

“Estuvo a cargo de la logística: enviar víveres, soldados y armas a las tropas. Ella se quedó en Tungasuca, el cuartel general de Túpac Amaru, y allí era el brazo derecho que enviaba todo tipo de pedidos que hacían. Incluso, daba permiso para que la gente circulara, como pasaportes”, describe la historiadora sobre las funciones de Bastidas, aunque niega que también haya sido como una especie de lugarteniente. “Ella no va al frente”.

Los estudios meticulosos sobre la prócer también se han encargado de esclarecer la mitología entorno a quién fue ella. Algunos libros relatan las cartas que Micaela Bastidas escribió a Túpac Amaru II, sin embargo, no es posible constatar que realmente ella haya expresado lo que se lee en esas líneas.

Micaela Bastidas fue el brazo derecho de Túpac Amaru II en la Gran Rebelión del Perú.

Micaela Bastidas fue el brazo derecho de Túpac Amaru II en la Gran Rebelión del Perú.Fuente: Captura de pantalla

“Micaela Bastidas era analfabeta. Lo cual no es denigratorio, porque la mayoría de mujeres lo eran. Las mujeres que tuvieron educación o alguna base educativa fueron muy pocas. Además, ella en la zona de Kanas y Kanchis, en Pampamarca, en un espacio bastante alejado, no tendría por qué haber tenido una educación depurada”, refiere O’Phelan.

Según explica la especialista, cuando se le abre un juicio luego de la Gran Rebelión, ella no puede firmar, porque no sabe escribir ni leer. Así se indica en el Archivo general de Indias, y también se señala que ella utiliza un traductor al no tener un buen manejo del idioma español para comunicarse.

¿Cómo Micaela Bastidas escribió las cartas a Túpac Amaru II? Contaba con personas a su cargo, entre ellos escribanos o plumarios. “Ahí hubo mucha libertad de parte de estos escribanos en la medida que no podía certificar que lo que estaba diciendo y las órdenes que estaba dando. Eso hay que aclarar porque hay mucha mitología de los personajes más destacables de algunos procesos históricos”, comenta Scarlett O’Phelan.

A puertas del Bicentenario del Perú, en medio de la celebración de las Fiestas Patrias, se recuerda el rol de las mujeres para la historia de nuestro país. En la actualidad, las investigaciones son hechas cada vez más a fondo para derribar las miradas exageradas como la romantización de las conversaciones políticas entre hombres y mujeres, o los mitos que rodean a personajes femeninos tan importantes como Micaela Bastidas.

Si en todo este largo tiempo, los nombres y grupos femeninos no han sido correctamente abordados en la enseñanza escolar, el cumplimiento de un nuevo siglo de ganar la libertad debería ser la razón para volver a intentarlo. “Hemos repetido esta idea durante 200 años que ese era el rol que cumplían las mujeres y eso no nos ha permitido darle visibilidad a aquellas que, teniendo una acción importante, podemos no recordar sus nombres”, concluye Magally Alegre.

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