La cantante Susana Baca presentará en el Hay Festival Arequipa 2022 su autobiografía 'Yo vengo a ofrecer mi corazón', junto al escritor Jeremías Gamboa.
De niña, Susana Baca conoció en casa a su primer escenario, su primer público, sus primeros aplausos. Era la artista de su familia, y en las fiestas o reuniones que su madre organizaba, la convocaban para que se cante algo, con un micrófono hecho con una lata de leche. Fue en su hogar donde le pasó lo más importante que puede pasarle a alguien que espera dedicarse a la música: tener quien la escuche. Su voz, tan suave como el terciopelo, encontró en Carmen de la Colina a su primera impulsora.
"Mi madre es como una fuente para mí. Siempre. Recurro al recuerdo de ella cuando tengo que cocinar, por ejemplo. Ella era una excelente cocinera. Ella me ponía de ayudante. Me hacía cantar para que no me comiera sus ingredientes. Tenía mi boca controlada (ríe)", contó a RPP Noticias la artista, sentada en la sala de su casa situada frente al mar de Santa Bárbara, en el distrito San Luis de Cañete. "Yo creo que la música estuvo alrededor mío siempre y yo fui de la música desde que nací", añadió.
Recuerdos de este tipo se recogen en "Yo vengo a ofrecer mi corazón", el libro de memorias que la ganadora de tres Latin Grammy publicó este año bajo el sello Plaza & Janés. Una publicación que volverá a ser presentada el 6 de noviembre en el Hay Festival Arequipa 2022, donde su autora compartirá una conversación con el escritor Jeremías Gamboa, suerte de biógrafo oficial que ha publicado un perfil de la cantante y un libro infantil sobre su vida para Ediciones Pichoncito.
Desnudar el alma
Largamente planeada, la autobiografía de Susana Baca es el testimonio de cómo se forja una vocación. Pero también el repaso por las luces y sombras de una trayectoria que a lo largo de los años ha contribuido a preservar la música afroperuana más allá de nuestras fronteras. "Las memorias es también un ejercicio de desnudar tu alma", dijo. "Tienes que decir cosas. Yo he dicho cosas en el libro que las he pensado mucho para decirlas, pero pienso que puede servir".
Ese es otro de los propósitos por el que la nominada a los Latin Grammy 2022 —gracias su último disco "Palabras urgentes"— decidió escribir este libro: para ayudar a que otras personas encuentren en sus páginas una lección de vida. El tono, sin embargo, no resulta aleccionador, sino reflexivo. Como el pasaje en el que relata su experiencia con el consumo de marihuana. "Lo he puesto a propósito, porque puede servir para jóvenes músicos que emprenden esta carrera y tienen todas las tentaciones alrededor", afirmó.
Con una prosa transparente de ritmo sosegado, semejante a la voz de Baca, la narradora es profusa en anécdotas y persigue cierta objetividad en su relato. Si el género autobiográfico suele trabajar con los recuerdos, casi siempre incompletos y poco confiables, la autora de "Lamento negro" recurre a personas de su entorno cercano para contar algunos hechos. Ahí están, por ejemplo, las palabras de su esposo Ricardo Pereira que narran cómo inició su relación con la cantante, o las de su amiga Chelita Álvarez, que rememoran sus años universitarios.
Lucha contra la (auto)segregación
Como toda memoir de una persona famosa, no falta en "Yo vengo a ofrecer mi corazón" los encuentros entre Susana Baca y otras celebridades, por decir lo menos. Allí está su amistad con Chabuca Granda, figura tutelar en su carrera, o su reunión con el músico inglés David Byrne, quien después de conmoverse al oír su versión de "María Landó" decidió visitarla en su casa de Cañete para proponerle trabajar un álbum en solitario con su sello discográfico.
Sin embargo, aunque estos hechos resulten claves para el desarrollo de su música, igual de importante lo fue el proceso de aceptación de sí misma, que inició cuando estudiaba Educación en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, más conocida como La Cantuta. "Hay un cambio ahí. Me encuentro con mi negritud y me acepto. Soy negra, soy esto. ¿Y qué tenemos nosotros los negros de valioso para crecer? Eso me afirmó tremendamente para el futuro", señaló.
Luchar contra la discriminación, y la autosegregación, influyó en la formación política de Susana Baca, quien veía en intelectuales como Angela Davis o Malcolm X una inspiración. Pero, nuevamente, también fue decisiva su madre. "Las personas mayores de mi época tenían que andar alerta de que no los marginen por el color de su piel, por su manera de hablar, entonces era una lucha permanente que alguien les hiciera un desplante, un desprecio. Mi madre respondía inmediatamente", manifestó.
De ese ejemplo aprendió a plantarle cara a sus prejuicios propios y ajenos. Así, de no sentirse cómoda con su cabello hirsuto, por ejemplo, la artista pasó a sentirse orgullosa de su pelo. De no utilizar vestidos de colores rojos, blancos o amarillos, por supuestamente no armonizar con su color de piel, comenzó a llevarlos sin sentirse avergonzada. "Ahora yo salgo al escenario vestida de blanco", dijo con una sonrisa.
La fe en la música
Existe una conexión fuerte entre la música de Susana Baca y la poesía. En ello influyó su amistad con poetas como los del movimiento Hora Zero, o Juan Gonzalo Rose, o Alejandro Romualdo, y también sus lecturas. Por eso, desde sus inicios en la música, conserva una afición por interpretar versos. En 1979, por ejemplo, ofreció un ciclo de recitales llamado "Poesía cantada", donde con su voz llevaba a las audiencias poemas de César Vallejo, Pablo Neruda, Carlos Oquendo de Amat, entre otros.
Los años formativos de la intérprete, además, corresponden con una época en la que los artistas buscaban comprometerse con su realidad. Eran los años de la Nueva Trova cubana, del Tropicalismo brasileño, cuando la composición musical respondía a contextos políticos agitados. Una visión que signó la postura de Baca frente a su arte hasta la fecha, en discos como "Lamento negro" o su último "Palabras urgentes", manifiesto artístico de quien considera que "un artista consciente vale el triple".
Para Susana, en la actualidad todavía hay lugar para el artista comprometido. "Hay los espacios y hay gente joven diciendo lo que siente. Yo la califico como la nueva canción protesta y está en el rap", comentó quien alguna vez colaboró con Residente. "Yo siento que hay una esperanza en eso. Hay jóvenes que se dan cuenta de lo que ocurre, ponen su voz, ponen su palabra. Son conscientes", agregó.
De allí proviene su fe en que la música puede producir cambios. "Regresamos a oír cosas que escuchamos hace 20 años y encontramos que eso nos movilizó internamente para tener consciencia de lo que pasa en el mundo. Escuchar a Fito Páez, a Charly García, a Pablito [Milanés], a Silvio Rodríguez, ver los poemas que se hicieron con la música de Mario Benedetti... eso tiene vigencia permanente, para mí por lo menos", sostuvo.
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