El fuerte crecimiento de la economía estadounidense se debe a las contribuciones de la inversión privada en inventarios, las exportaciones y el consumo nacional.
El dato superó las previsiones del consenso de analistas, que había anticipado un crecimiento del 4,5 por ciento para la recta final del ejercicio, dijo hoy el Gobierno.
La cifra, que llega tras un crecimiento del 2,2% en el tercer trimestre del pasado año, supone, además, la señal más firme hasta la fecha de que la peor recesión de las últimas siete décadas ha tocado su fin.
Eso es lo que creen gran parte de los economistas del país, aunque el centro encargado de declarar oficialmente el final de las recesiones, el National Bureau of Economic Research, no se ha pronunciado al respecto.
Por lo demás, la economía estadounidense acabó el año en territorio negativo, al contraerse en conjunto un 2,4 por ciento, la mayor caída desde 1946, el primer año tras el final de la II Guerra Mundial.
Aun así, las señales de reactivación son innegables, aunque los expertos contienen su optimismo. "Sería prematuro descorchar el champán", escribió en una nota a sus clientes Ed McKelvey, economista del banco Goldman Sachs, quien recordó que el repunte del último trimestre responde al gran cambio en la política de inventarios, así como al estímulo gubernamental.
Los inventarios empresariales se redujeron en 33.500 millones de dólares en el cuarto trimestre, tras caer 139.200 millones entre julio y septiembre.
En total, el 60% del crecimiento del último trimestre obedeció a esa fuerte caída en la reducción de inventarios, que demuestra que las empresas han vuelto a reponer sus existencias, mermadas por la recesión.
Aun así, cuando se descuentan los inventarios, Estados Unidos creció a una tasa anual del 2,2 por ciento, lo que demuestra que otros segmentos de la economía también están resucitando.
-EFE-
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