La carga es mucho mayor para las mujeres del campo cuyo promedio dedicado al hogar es de 47 horas, diez más que el de las mujeres en las ciudades.
Las labores domésticas son realizadas principalmente por mujeres. Ellas dedican muchas horas al cuidado del hogar y de otras personas sin recibir un sueldo. RPP preguntó a algunas amas de casa cuál creen que es el valor de su trabajo.
El valor de este trabajo era desconocido, pero ahora el INEI lo mide a través de la Encuesta sobre Uso del Tiempo. Sus primeros resultados son sorprendentes, y revelan que la labor no remunerada de las mujeres equivale al 25 por ciento del PBI nacional.
Así, este trabajo se vuelve más importante económicamente para el país que, por ejemplo, la actividad industrial. Sin embargo, es muchas veces invisible y poco apreciado.
“El único medio de gratificación que tienen las mujeres es hacer bien su trabajo doméstico, es cuando cocinan les digan qué rica está la comida, que bonita y limpia está la casa, gracias mamá por la camisa bien planchada”, Ana María Yañez, exdirectora de la ONG Manuela Ramos.
El estudio arrojó que en el país hay casi 11 millones de mujeres que realizan labores domésticas no remuneradas. Las que más dedican su tiempo al hogar son las de 30 a 39 años, con 50 horas a la semana.
La carga es mucho mayor para las mujeres del campo cuyo promedio dedicado al hogar es de 47 horas, diez más que el de las mujeres en las ciudades.
Sin embargo, todas, tanto en el ámbito rural como el urbano, trabajan más en su casa que los hombres. En promedio, por cada tres horas que los hombres dedican a la labor doméstica, las mujeres dedican cinco.
La labor que más tiempo demanda es el cuidado de ancianos y familiares enfermos. En segundo lugar está el tiempo dedicado a la cocina y en tercer lugar, el cuidado de los hijos.
¿Qué hacer ante esta situación inequitativa? ¿Deben los varones pagar un salario a sus esposas, madres e hijas? Yañez dice que no y que la solución pasa porque el estado entregue mejores servicios.
De esta manera, ellas podrán dejar a sus hijos en guarderías y a los ancianos y enfermos en hospitales, para poder dedicarse a ganar un sueldo.
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