El encarecimiento del gas por la invasión de Ucrania amenaza con provocar una escasez mundial de fertilizantes que, a su vez, dispararía los precios de los alimentos y la hambruna, advierten industriales, analistas y la ONU.
Crisis alimentaria. El encarecimiento del gas por la invasión de Ucrania amenaza con provocar una escasez mundial de fertilizantes que, a su vez, dispararía los precios de los alimentos y la hambruna, advierten industriales, analistas y la ONU.
Nunca los fertilizantes de síntesis llamados NPK —fabricados a partir nitrógeno, fósforo o potasa1 habían estado tan caros: el precio internacional se triplicó entre principios de 2021 y mediados de 2022.
"La dificultad de mi trabajo es prever donde van a estar en los próximos 18 meses", dijo Joël Jackson, director general y analista del mercado de fertilizantes en BMO Capital Markets, en una conferencia de especialistas en julio en Estados Unidos.
En Europa, los fertilizantes NPK cotizan a un nivel "histórico" al estar indexados al precio del gas, que constituye un 90% del coste de producción de los fertilizantes nitrogenados como el amoniaco o la urea.
Y este hidrocarburo continúa su escalada de precios a medida que Rusia cierra el grifo de sus gasoductos hacia el resto de Europa en el contexto de la guerra en Ucrania.
Producción paralizada
Para mantener su rentabilidad, numerosos fabricantes europeos de fertilizantes paralizaron su producción de amoniaco, obtenido combinando el nitrógeno del aire y el hidrógeno procedente del gas natural. Esto no había ocurrido desde la crisis financiera de 2008.
Con el gas a casi 300 euros (300 dólares) el megavatio-hora "contra 20 euros de media en los últimos diez años", "tenemos un gran problema: esto ya no funciona para ninguno de los fabricantes de amoniaco, porque el gas es entre 10 y 15 veces más caro que antes", explica a AFP Nicolas Broutin, responsable de la filial francesa del productor noruego Yara, número uno europeo de los fertilizantes nitrogenados.
Yara paralizó en julio por segunda vez este año su fábrica de Ferrara, en Italia. En primavera, la planta francesa en Le Havre cesó su producción durante tres semanas. Y desde enero, Yara ha producido un 15% menos de amoniaco en Europa que el año pasado, según Deutsche Bank.
Esta semana, con los precios del gas todavía al alza, el primer productor polaco Azoty anunció que suspendió un 90% de su producción de amoniaco y el primer productor lituano Achema también anunció que paralizaba su fábrica desde el 1 de septiembre.
"El riesgo de escasez si toda Europa se para es real, puede haber un problema de recurso porque fabricamos los fertilizantes en invierno en previsión de la primavera de 2023", añade Broutin.
Efectos en 2023
Los agricultores, además, pueden verse faltos de potasa debido a las sanciones contra Rusia, uno de los principales productores, y también contra Bielorrusia, aliada de Moscú y "responsable de una sexta parte de la producción de potasa mundial", indica Joël Jackson.
Antes de la guerra, Rusia era el mayor exportador mundial de fertilizantes NPK.
El responsable de la ONU, Antonio Guterres, defendió que los fertilizantes y los productos agrícolas rusos deberían quedar exentos de las sanciones y deberían acceder al mercado mundial "sin trabas" para evitar una crisis alimentaria global en 2023.
Brasil, potencia agrícola cuyo principal proveedor de fertilizantes es Rusia, "ya ha tomado conciencia de esta dependencia que va a pesar sobre la campaña agrícola de 2023", señalan los expertos de la guía mundial de materias primas CyclOpe.
Los fabricantes temen una "destrucción artificial de la demanda" si los agricultores racionan o prescinden de algunos fertilizantes que se han vuelto inasequibles, dice Jackson. "Esto ya se ve por toda Europa", abunda Broutin.
"Es en 2023-2024 que se notará el aumento de los precios de los fertilizantes y, eventualmente, su menor uso", añade CyclOpe, que espera una producción agrícola "sensiblemente reducida" en África.
En el mercado globalizado de los fertilizantes, estas perturbaciones que por ahora se sienten especialmente en Europa suponen un negocio para otros actores.
Para prescindir de los productos rusos, los fabricantes importan desde finales de 2021 amoniaco de Norteamérica o Australia, indica Bourtin.
Otros ven una oportunidad para los fertilizantes orgánicos como el estiércol o aquellos producidos a partir del hidrógeno verde.
Pero mientras, el número uno mundial de los fertilizantes, el canadiense Nutrien, va a aumentar su producción de potasa para compensar el déficit de Rusia o Bielorrusia. Joël Jackson prevé que la empresa al menos doble sus beneficios este año.
(AFP)
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