UBER sale al mercado con un precio inicial por acción de US$45, pero las obligaciones de la empresa presentarán una serie de cambios.
La compañía de taxis por aplicativo, Uber, debutará en la bolsa de valores de New York, la plaza bursátil más importante del mundo, y la expectativa sobre la valorización de la empresa es enorme, sin embargo, vale la pena explicar qué implica que esta compañía estadounidense cotice en Wall Street y, sobre todo, qué cambia para la firma y sus clientes.
En principio, ¿qué significa que una empresa salga a la bolsa? Que una compañía salga a bolsa significa que empieza a cotizar en un mercado bursátil, en el que todo el que quiera puede invertir, es decir, comprar o vender sus acciones.
De ahí que a las salidas a bolsa también se las denomine OPVs (oferta pública de venta) u OPSs (oferta pública de suscripción).
¿Por qué salir a bolsa?
Cuando una empresa supera un determinado tamaño, necesita cotizar en un mercado organizado para mejorar su transparencia, su financiación y para aumentar sus posibilidades de crecimiento y expansión. Una empresa consigue dinero contante y sonante si en el proceso de una OPV se hace en simultáneo una ampliación de capital. Cuando una empresa amplía capital, las nuevas acciones que se emiten generan un aumento del dinero en caja de la empresa.
Los propietarios de una empresa deciden sacar a bolsa a su compañía por diversos motivos: obtener financiación para la empresa, disponer de una valoración objetiva de la misma, vender acciones para hacer caja o incluso puede tener fines publicitarios, ya que una salida a bolsa podría hacer que la compañía en sí aumentase su notoriedad.
El precio
Previo al debut de la empresa en bolsa se publica un precio referencial. Pero no suele ser hasta el día antes de empezar a cotizar cuando se da a conocer el precio definitivo desde el que partirá la cotización de la acción. Uber lanzó una valorización de US$82.400 millones y un precio por acción de US$45.
La empresa y el agente colocador acuerdan entonces un valor inicial de las acciones, que a menudo surge de dividir la cifra en que se ha valorado la compañía por el número de acciones que han decidido ponerse a la venta.
Este es el factor más importante y el que va a determinar el éxito de la operación. Hay que hacer las cuentas: debemos comparar si el precio al que sale es competitivo, teniendo en cuenta empresas similares. Si el precio de salida es muy alto, puede que la operación no interese, por muy bueno que sea el negocio, ya que no contará a priori con un gran potencial alcista.
Para algunos empresarios, llevar una empresa al público es el máximo sueño y una señal de éxito (generalmente porque hay un gran pago). Sin embargo, antes de que una oferta pública inicial pueda discutirse, una empresa debe cumplir los requisitos establecidos por los suscriptores. Estas son algunas características que pueden calificar a una compañía para una OPI:
Más fiscalización
El mercado exige nuevos mecanismos de revisión, que son exámenes de los distintos ámbitos del negocio para detectar posibles contingencias que frenen la operación. Si se detecta algún error en la fiscalidad, legalidad o en las cuentas de la estructura de la compañía, no puede salir al mercado.
Los reguladores del mercado exigen a las cotizadas altos niveles de transparencia. Así, sus futuros inversores confiarán en los mecanismos de la institución.
La institución también requerirá la incorporación del comité de auditoría en el consejo de administración, el órgano que dirige el rumbo del negocio.
En todo caso, una salida a bolsa de cualquier empresa en cualquier parte del mundo implica una pérdida importante del control de la empresa y también implica la obtención de ingresos y el planteamiento claro de un modelo de negocio. Por ejemplo, cuando Amazon salió a bolsa, consiguió mucho dinero y su única preocupación era crecer y crecer, a costa de quemar todo el dinero que entraba en la empresa.
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