Cada día se ve a más chinos saboreando esta tradicional masa frita, bañada en azúcar, chocolate, caramelo o helado, a gusto del consumidor, mientras pasean por la calle.
El rico churro español está triunfando en Pekín, donde cada día se ve a más chinos saboreando esta tradicional masa frita, bañada en azúcar, chocolate, caramelo o helado, a gusto del consumidor, mientras pasean por la calle.
Cui Yufeng, un empresario chino de 46 años de edad, siente pasión por la cultura española, pero el día en que probó los churros experimentó un flechazo en toda regla. Los descubrió cuando se encontraba de turismo en España, concretamente en Madrid, y, desde que los degustó, la idea de que tenía que hacer algo con ellos en China no se le quitó de la cabeza.
Tuvieron que pasar seis largos años hasta que por fin se decidió a viajar de nuevo a España, pero esta vez a Valladolid, donde el personal de una empresa de máquinas de churros le estaba esperando para enseñarle los secretos de este manjar.
Una semana le hizo falta para hacerse con la técnica de un buen churrero y, una vez entrenado, regresó al gigante asiático con dos máquinas en su equipaje, dispuesto a revelar a los chinos la centenaria receta.
Para ello, cauteloso, se instaló en días de festividades nacionales en los parques, a los que acuden en tropel las familias para disfrutar de su jornada de libranza. Cui tampoco se olvidó de los jóvenes y, con su instrumental a cuestas, recorrió festivales de música como el Rock and Roll Festival de Dalian, en la provincia nororiental de Liaoning.
Tras comprobar el éxito y la curiosidad que suscitaba esta delicia "made in Spain", se lanzó a abrir una tienda en la popular zona pequinesa de Xidan.
Churro con azúcar, 10 yuanes (1 euro); churro con helado o con chocolate (importado de Japón), 12 yuanes (1,3 euros). Unos precios bastante caros para los chinos, según confiesa el propio dueño.
"¡Dulce español, pruébenlo, les va a gustar!", gritan las trabajadoras de la tienda bautizada en español con el nombre de "Churros", y en chino con el de "La ding guo (fruta latina)".
Porque, aquí, de lo que se trata no sólo es de vender, sino de hacer entender a la gente qué son los churros y de dónde proceden.
"Y cuando alguien pregunta: ¿qué es esto? Nosotros respondemos: Señor, señora, esto en español se llama "churro" y está delicioso. Ya verá, le va a encantar", cuenta a Efe Cui.
El empeño de este hombre por que sus clientes se familiaricen con España es tal, que incluso durante una temporada se dedicó a regalar unos folletos explicativos sobre la historia de este alimento.
"Antes teníamos publicidad que describía lo que eran, pero ahora ya lo contamos directamente", comenta el empresario, que tiene la tienda abierta de nueve de la mañana a nueve de la noche, todos los días.
Según él, "cuando los chinos prueban los churros les gustan, pero necesitan tiempo para familiarizarse con ellos. Ahora cada vez hay más gente que los conoce y el negocio va mucho mejor".
"En Europa -continúa-, los churros pueden ser muy populares, pero en China, con los miles de platos diferentes que tenemos, la gente necesita acostumbrarse a ellos", pese a que en el gigante asiático ya poseen el "you tiao", muy similar a la fritura española pero más grande.
Cui asegura que otra de las cosas que le animaron a lanzarse como churrero fue el hecho de que todos sus amigos chinos que viven en Europa se chupan los dedos con estas tiras cilíndricas estriadas de harina, agua, azúcar y sal.
Por el momento ya le han salido competidores y, en la famosa calle de Nanluoguxiang, otro comercio ofrece con éxito su producto a los viandantes, pero a Cui eso le da igual, porque sabe que fue y siempre será el primer churrero que llegó a Pekín.
-EFE
Cui Yufeng, un empresario chino de 46 años de edad, siente pasión por la cultura española, pero el día en que probó los churros experimentó un flechazo en toda regla. Los descubrió cuando se encontraba de turismo en España, concretamente en Madrid, y, desde que los degustó, la idea de que tenía que hacer algo con ellos en China no se le quitó de la cabeza.
Tuvieron que pasar seis largos años hasta que por fin se decidió a viajar de nuevo a España, pero esta vez a Valladolid, donde el personal de una empresa de máquinas de churros le estaba esperando para enseñarle los secretos de este manjar.
Una semana le hizo falta para hacerse con la técnica de un buen churrero y, una vez entrenado, regresó al gigante asiático con dos máquinas en su equipaje, dispuesto a revelar a los chinos la centenaria receta.
Para ello, cauteloso, se instaló en días de festividades nacionales en los parques, a los que acuden en tropel las familias para disfrutar de su jornada de libranza. Cui tampoco se olvidó de los jóvenes y, con su instrumental a cuestas, recorrió festivales de música como el Rock and Roll Festival de Dalian, en la provincia nororiental de Liaoning.
Tras comprobar el éxito y la curiosidad que suscitaba esta delicia "made in Spain", se lanzó a abrir una tienda en la popular zona pequinesa de Xidan.
Churro con azúcar, 10 yuanes (1 euro); churro con helado o con chocolate (importado de Japón), 12 yuanes (1,3 euros). Unos precios bastante caros para los chinos, según confiesa el propio dueño.
"¡Dulce español, pruébenlo, les va a gustar!", gritan las trabajadoras de la tienda bautizada en español con el nombre de "Churros", y en chino con el de "La ding guo (fruta latina)".
Porque, aquí, de lo que se trata no sólo es de vender, sino de hacer entender a la gente qué son los churros y de dónde proceden.
"Y cuando alguien pregunta: ¿qué es esto? Nosotros respondemos: Señor, señora, esto en español se llama "churro" y está delicioso. Ya verá, le va a encantar", cuenta a Efe Cui.
El empeño de este hombre por que sus clientes se familiaricen con España es tal, que incluso durante una temporada se dedicó a regalar unos folletos explicativos sobre la historia de este alimento.
"Antes teníamos publicidad que describía lo que eran, pero ahora ya lo contamos directamente", comenta el empresario, que tiene la tienda abierta de nueve de la mañana a nueve de la noche, todos los días.
Según él, "cuando los chinos prueban los churros les gustan, pero necesitan tiempo para familiarizarse con ellos. Ahora cada vez hay más gente que los conoce y el negocio va mucho mejor".
"En Europa -continúa-, los churros pueden ser muy populares, pero en China, con los miles de platos diferentes que tenemos, la gente necesita acostumbrarse a ellos", pese a que en el gigante asiático ya poseen el "you tiao", muy similar a la fritura española pero más grande.
Cui asegura que otra de las cosas que le animaron a lanzarse como churrero fue el hecho de que todos sus amigos chinos que viven en Europa se chupan los dedos con estas tiras cilíndricas estriadas de harina, agua, azúcar y sal.
Por el momento ya le han salido competidores y, en la famosa calle de Nanluoguxiang, otro comercio ofrece con éxito su producto a los viandantes, pero a Cui eso le da igual, porque sabe que fue y siempre será el primer churrero que llegó a Pekín.
-EFE
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