La mayoría de los padres tenemos buenas intenciones al castigar.
Creemos que el castigo es la mejor manera de motivar a nuestros hijos a actuar mejor. Pero, en realidad nos estamos engañando al pensar que estamos haciendo bien si el mal comportamiento se detiene por un momento debido al castigo.
Es por eso, que cuando empezamos a tomar conciencia del efecto a largo plazo de los castigos, nos damos cuenta de que el castigo no educa realmente a nuestros hijos.
Los niños que son castigados se pueden rebelar, o ser complacientes, pero su comportamiento está motivado por miedo a ser “atrapados” o meterse en problemas en lugar de aprender autodisciplina.
Muchos de los padres y madres que usan el CASTIGO como medida disciplinaria para educar a los hijos, piensan que es la solución al problema, sin embargo, se olvidan justamente de eso: educar a los hijos en la SOLUCIÓN DE PROBLEMAS.
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