Se sabe hoy en día que un niño con más de una figura de apego, con más de una persona que lo cuida y le hace sentir querido, es un niño que crece con una base más sólida para enfrentar la vida.
Citando a la Dra. Francisca Morales, encargada del área de Desarrollo Infantil Temprano para UNICEF en Chile, nos dice lo siguiente: "Al nacer, un bebe, comienza a experimentar las sensaciones de lo que le produce placer y calma y lo que lo desagrada, como el hambre, el frío, el calor o los dolores. Cuando un adulto responde a esas sensaciones de desagrado y lo calma, el niño va asociando el olor y la voz de ese adulto con un espacio seguro, un encuentro que lo ayuda a volver a sentirse bien.
En concreto eso es lo que va ocurriendo, sin que a veces los adultos se den cuenta cuando se muda al bebe, cuando le ayudan a sacar los “chanchitos”, cuando lo ayudan a dormir, o cuando lo alimentan. Si eso sólo lo hace la mamá siempre, el bebe asociará estas sensaciones de seguridad y calma a ella. Si el papá también está presente en estas pequeñas pero importantes tareas diarias, será también para ese niño o niña un adulto confiable, que lo quiere y lo cuida. Esta es la base fundamental sobre la que se cimienta la autoestima y la seguridad personal".
Un padre, cuya figura resulta inexistente o borrosa para el hijo, retrasa su evolución. Es la conclusión de diversos estudios, resaltando que la ausencia del papá en la formación del bebé le genera daños irreversibles a largo plazo, entre ellos falta de concentración, ansiedad, dificultad en la formación de lazos duraderos y tendencia a la depresión.
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