Existe evidencia respecto de los múltiples efectos positivos en el contacto precoz entre madre e hijo, especialmente el contacto piel con piel que facilita el establecimiento de un adecuado vínculo entre ellos.
Los resultados de un estudio publicado en la revista Evidencias en Pediatría muestran una asociación significativa entre la existencia de un contacto precoz entre el neonato y su madre.
Se revisaron datos de 62 niños prematuros de muy bajo peso nacidos entre enero y diciembre de 1999, sin malformaciones ni trastornos congénitos. Se tuvo en cuenta el contacto visual madre-hijo dentro de las primeras tres horas de vida (durante 5-10 minutos).
Se evaluó la incidencia de la existencia de un vínculo seguro según un test previo denominado “test de situación extraña de Ainsworth” a los 12 y 18 meses de edad corregida. El procedimiento estandarizado fue grabado en vídeo y posteriormente evaluado para calificar la conducta del niño como característica de vínculo que se agruparon en seguro o inseguro.
Después de excluir a determinados niños por causas diversas, los resultados principales señalan que el 53,2% de los niños mostró un vínculo seguro, el 33,9% uno inseguro evitativo, el 3,2% uno inseguro ambivalente y el 9,7% inseguro desorganizado.
Los prematuros que fueron vistos por sus madres dentro de las primeras tres horas de vida tuvieron una mayor frecuencia de vínculo seguro que los que no tuvieron contacto precoz (76% frente a 41%). El contacto precoz se asoció de forma significativa con el vinculo seguro tras ajustar por las posibles variables de confusión y no se apreció que ningún otro factor materno o del niño influyera en la conducta vincular.
La conclusión del estudio es clara: los resultados apoyan la hipótesis de que las primeras horas después del nacimiento constituyen un “periodo sensible” para el desarrollo de la conducta vincular en los recién nacidos prematuros.
Está claro que el contacto con la madre es primordial para todos los bebés recién nacidos.
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