La película tiene a la británica Antonia Campbell-Hughes como protagonista, encarnando a Kampusch.
¿Bastan 3.096 días de humillación, miedo y violencia para doblegar a alguien? Ese tiempo es el que da título a la película sobre los ocho años de secuestro de Natascha Kampusch, una historia de dominación y resistencia que tiene hoy en Viena su estreno mundial.
La cinta, basada en la autobiografía del mismo nombre, narra una lucha de voluntades: la del secuestrador por dominar, más bien domar, a una niña de diez años; y la de Kampusch, que se defiende con armas que van desde la rebeldía infantil a la sensualidad de una adolescente obligada a crecer deprisa.
"Estaba claro que sólo uno de nosotros sobreviviría. Y al final fui yo. Y no él". La frase con la que arranca la cinta es el culmen de ese enfrentamiento, que la película detalla sin efectismo pero sin esconder la violencia que sufrió Kampusch.
El secuestro, el 2 de marzo de 1998, de una niña de diez años que iba camino del colegio fue el principio de uno de los casos policiales y mediáticos más comentados de la última década.
Wolfgang Priklopil, un técnico de telecomunicaciones en paro la raptó y la ocultó en un zulo de seis metros cuadrados, oculto bajo una puerta acorazada y bajo el garaje de su casa.
Ocho años más tarde, una joven delgada irrumpió en el jardín de una casa a las afueras de Viena y anunció quién era y que había logrado escapar. Su captor se suicidó ese mismo día.
"Para mí es una heroína", ha referido la actriz Antonia Campbell-Hughes, que encarna a Kampusch en el filme, al referirse a la austríaca. Campbell-Hughes define su personaje como el de una joven que poco a poco va madurando y decide que no quiere someterse más a su destino.
Aunque ni en entrevistas ni en su autobiografía ella se ha referido nunca al tema, la película cuenta que Priklopil abusó de una Kampusch ya adolescente que, en algún instante, encuentra incluso en ese sexo forzado una pincelada de cercanía y cariño.
EFE
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