Director de la Estrategia de Salud Mental del Minsa, afirma que se necesita un trabajo desde las escuelas para evitar que se repitan casos como el de Walter Oyarce.
La muerte del joven aliancista Walter Oyarce, hace una semana en el estadio Monumental, es una evidencia más del grado de violencia de nuestra sociedad y que no diferencia clases, ni grados de instrucción, sostuvo Manuel Escalante, director de la Estrategia de Salud Mental del Ministerio de Salud.
En el programa Por Nuestra Gentem de RPP Noticias, sostuvo que son las familias y la misma sociedad las que crean personas violentas y por ello recomendó trabajar desde las escuelas.
“Según las más recientes estadísticas el 48% de las familias usan la violencia como una forma de corregir a los niños, lo que genera a la larga, resentimientos y rebeldías, pero es también la misma sociedad la que vuelve violenta a las personas” expresó.
En el caso de los involucrados en el crimen de Walter Oyarce, el especialista sostuvo que se traten probablemente de personas con rasgos piscopáticos, es decir, de individuos que no respetan ningún tipo de normas.
“Pueden ser comparados con los delincuentes comunes que roban, asaltan y hasta matan por dinero o quienes se aprovechan de su poder o condición social para someter a otras personas” remarcó.
¿Cuál es la solución?
Para combatir la violencia en la sociedad, Escalante dijo que se viene trabajando con el Ministerio de Educación un programa de “Habilidades Sociales” que consiste en desarrollar temas de comunicación y valores en escolares del nivel secundario de colegios públicos.
“A través de estos talleres, hacemos que los alumnos aprendan a identificar cuando decir sí o cuando decir no, a fin que tengan la personalidad suficiente para no aceptar presiones, trabajamos el tema de comunicación y el control de la ira, que es fundamental para combatir la violencia” puntualizó.
Si bien se trata de un trabajo de largo plazo y multisectorial, el experto señaló que es en la familia donde se debe lograr mayor comunicación y valores para evitar que más jóvenes terminen en el mal camino.