Preocupados por efectos de la modernidad, población indígena busca proteger ancestrales costumbres como la pesca.
Los indígenas nénets, habitantes del noroeste de Siberia, se enfrentan hoy en día a dos graves amenazas. Y es que el cambio climático y la extracción de sus recursos han afectado la ruta migratoria de este pueblo de pastores de renos.
“Siempre se han trasladado con sus renos estacionalmente y han viajado por ancestrales rutas migratorias”, comenta la organización Survival Internacional.
La vida de esta población, acostumbrada a comer carne cruda, congelada o hervida de reno y a beber su sangre, cambiará desde mayo cuando se produzca el primer suministro de gas en el campo de Bovanenkovo (Megaproyecto Yamal). A esto se le suma el deshielo del Ártico, que obliga a variar los hábitos que por siglos ha mantenido esta población, que según el último ceno efectuado en 2002, no superan las 42 mil personas.
“En primavera el hielo se derrite antes y no se vuelve a helar hasta bien entrado el otoño, por lo que los pastores se ven obligados a cambiar patrones migratorios que tienen siglos de antigüedad, ya que los renos tienen dificultades para caminar por una tundra sin nieve. El aumento de las temperaturas también afecta a la vegetación de la tundra, la única fuente de alimento para los renos”, relata Survival.
Los nénets también son excelentes pescadores, pero el descenso del permafrost (hielo permanentemente congelado en los niveles superficiales del suelo de las regiones muy frías) ha generado que varios lagos se sequen.
Sophie Grig de Survival International, sostuvo que “el pueblo nénets ha vivido en la frágil ecología de la tundra y la ha protegido durante miles de año” por lo que no debería “haber ningún proyecto en su territorio sin su consentimiento, y deberían recibir una compensación justa por cualquier daño causado”.
Este es el caso de otro pueblo que también se ve afectado por una modernidad irresponsable, despreocupada por las tradiciones ancestrales.
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