Víctor Alfonso González refirió que, durante el cautiverio de menos de un mes, la guerrilla les agredió, les torturó y les amenazó con "picarlos con una motosierra".
El policía Víctor Alfonso González, liberado por las FARC la semana pasada junto con su colega Cristian Camilo Yate, denunció hoy que durante el cautiverio de menos de un mes la guerrilla les agredió, les torturó y les amenazó con "picarlos con una motosierra".
En una entrevista publicada hoy por el diario colombiano El Tiempo, González relató su experiencia desde que guerrilleros las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) les secuestraron el pasado 25 de enero hasta que les entregaron a una misión humanitaria el viernes pasado.
"Nos encontrábamos realizando actividades de investigación sobre microextorsión en el (departamento sureño del) Valle del Cauca y dimos con un grupo de 15 guerrilleros. (...) Nos subieron a una camioneta. Nos amarraron las manos a la espalda, nos apuntaban con los fusiles, nos golpeaban, nos pateaban", comentó González.
Después, les llevaron hasta un descampado, les quitaron la ropa, les preguntaron por sus actividades en la zona y, al responder, les golpearon en la cara con la rodilla, y tras atarles del cuello a las manos, les hicieron caminar, según el relato.
Durante los primeros días estuvieron en varios campamentos y casas y, según González, en la cuarta noche fueron apartados, les hicieron unas preguntas y les torturaron al colocarles una bolsa llena de aceite en la cabeza que les impedía respirar mientras les agredían.
Otras noches les impedían dormir, pues les alumbraban la cara con una linterna cada dos minutos.
"En la quinta noche luego de volvernos a preguntar qué hacíamos en la zona, nos metieron en una pieza (habitación) y afuera se escuchaba al guerrillero diciéndole a otro: "Llame a su tío, dígale que aliste la motosierra, que la traiga mañana temprano, porque si estos manes no hablan los vamos a picar"", recordó.
"Minutos después, el guerrillero le dijo: "Mi tío no contesta". Y este le respondió: "Si no está, llame al otro y dígale que traiga los perros, que los vamos a echar a los perros"", agregó.
Según González, este trato se extendió "hasta el sexto o séptimo día, hasta que la presión del Gobierno los obligó a aceptar" que les tenían en su poder.
Después de conocer el revuelo que había causado el secuestro en La Habana, donde los líderes de las FARC negocian el fin del conflicto con el Gobierno colombiano, cesaron las torturas, aunque los policías denuncian que les tuvieron "con el fusil en la cabeza, amarrados, incluso para comer, y siempre durmiendo en el piso".
EFE
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