Sus antecesores Néstor Kirchner, Carlos Menem y Fernando De la Rúa también padecieron estos problemas.
Los problemas vasculares, que este martes llevaron al quirófano a la presidenta argentina, Cristina Fernández, han sido un recurrente talón de Aquiles para varios mandatarios argentinos, algunos de los cuales tuvieron que someterse a operaciones en pleno ejercicio del mandato.
El antecedente más cercano es el del propio esposo y antecesor de Fernández, Néstor Kirchner (2003-2007), quien falleció el 27 de octubre de 2010, a los 60 años, por un paro cardiorrespiratorio no traumático.
En febrero de ese mismo año, Kirchner había sido operado por una obstrucción de la carótida y siete meses después volvía a ser hospitalizado y sometido a una angioplastia de urgencia para reparar una arteria coronaria obstruida.
Los médicos le habían recomendado pisar el freno en su intensa actividad política, pero Kirchner desoyó esos consejos.
Sus antecesores Carlos Menem (1989-1999) y Fernando De la Rúa (1999-2001) también padecieron problemas cardiovasculares.
De la Rúa fue operado de urgencia por una obstrucción en la carótida en junio de 2001, seis meses antes de abandonar anticipadamente la Presidencia en medio de una de las más severas crisis económicas y políticas que recuerde el país.
Menem, por su parte, fue intervenido por una obstrucción en la carótida en octubre de 1993.
Aunque murió por un cáncer de pulmón, en 2009, el expresidente Raúl Alfonsín (1983-1989) también padeció problemas cardíacos, al igual que el tres veces mandatario argentino Juan Domingo Perón, que sufrió dos infartos tras regresar de su exilio en España y que tuvo complicaciones coronarias que marcaron su último mandato y le llevaron a la muerte, en julio de 1974.
A lo largo de la historia argentina, hubo incluso presidentes que debieron abandonar anticipadamente el cargo por razones de salud, aunque no por problemas de origen vascular.
Uno de estos casos fue el de Roberto Ortiz, quien, prácticamente ciego por una diabetes avanzada, dimitió prematuramente de la Presidencia en 1940, dos años antes de morir.
En la década anterior, en 1930, el presidente Hipólito Yrigoyen estaba con licencia por una fuerte gripe con accesos febriles, cuando su Gobierno fue derrocado por un golpe militar.
El presidente Roque Sáenz Peña también debió pedir varias veces licencia durante su gestión debido a su delicada salud por problemas neurológicos que los rumores de la época atribuían a una sífilis.
Su última licencia la solicitó en 1913 y debió delegar el mando en su vicepresidente, Victorino de la Plaza.
Sáenz Peña murió en agosto de 1914, a los 67 años, dos años antes de terminar su mandato.
En enero de 1906, el presidente Manuel Quintana, aquejado por problemas de salud que los historiadores ligan al estrés, también debió dejar el cargo en manos del vicepresidente, José Figueroa Alcorta, quien, tras la muerte del titular, en marzo de 1906, ocupó la Presidencia hasta completar el período.
EFE
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