Aunque quede limpio de toda culpa, el calendario judicial estadounidense puede impedirle ponerse a la cabeza de la carrera a las presidenciales francesas.
Dominique Strauss-Kahn, uno de los grandes talentos franceses, tiene motivos para acariciar la idea de ser declarado inocente de la acusación de violación y pensar en una resurrección política tras ser liberado el viernes bajo palabra, pese a su maltrecha imagen.
Y es que los efectos de las revelaciones sobre su vida sexual pueden hacerse sentir mucho tiempo.
Aunque quede limpio de toda culpa, el calendario judicial estadounidense puede impedirle ponerse a la cabeza de la carrera a las presidenciales francesas.
DSK, como se le conoce en Francia, se vio obligado a dimitir como director del Fondo Monetario Internacional (FMI) tras ser encarcelado en la siniestra prisión de Rikers Island, pero el viernes, las palabras de un juez estadounidense pueden devolverle al tablero político del que parecía excluido para siempre.
Hasta su detención el 14 de mayo, DSK era el favorito de las presidenciales de 2012.
Era el hombre que muchos franceses veían, según los sondeos, como uno de los pocos con capacidad para resolver los males de la sociedad, para quitarles de encima el desempleo, la falta de competitividad y la desesperanza de los jóvenes.
Este economista brillante y lúcido había conseguido devolver el renombre al FMI tomando sus riendas en 2007, apenas unos meses antes de la crisis financiera.
Pero el caso de Nueva York sacó a relucir otra faceta de su personalidad: su relación con las mujeres, un rumor a voces que nunca se había hecho público del todo.
Cuando fue nombrado en el FMI, el periodista Jean Quatremer, del diario francés Libération (izquierda), advirtió en su blog que "el único problema de Strauss-Kahn es su relación con las mujeres. Demasiado insistente, roza el acoso".
La primera advertencia llegó en octubre de 2008, cuando una relación extraconyugal con una economista húngara del FMI estuvo a punto de costarle el puesto.
Pero desde que fue detenido las lenguas se fueron soltando en la prensa, donde varias mujeres afirmaron que DSK las había importunado, aunque no presentaron demandas contra él.
Su supuesto lado libertino no es lo único que chocó a los franceses, muy sorprendidos también por su riqueza, que en realidad es la de su mujer Anne Sinclair, con la que se casó en terceras nupcias en 1991.
La ex periodista estrella de la televisión francesa usó su fortuna para socorrer a su marido pagando el alquiler mensual de 50.000 dólares de una lujosa mansión del barrio neoyorquino de Tribeca con un dispositivo de vigilancia que cuesta la friolera de 200.000 dólares por mes.
Eso sin contar el millón de dólares de fianza y otros cinco millones como garantía.
Según varios periódicos que lo entrevistaron antes de las presidenciales de 2007, Dominique Strauss-Kahn era consciente de sus puntos débiles para una candidatura al Elíseo: "el dinero, las mujeres y mi judaísmo".
Los franceses descubrieron realmente a DSK en 1997, cuando se puso al mando del ministerio de Finanzas.
La izquierda estaba en el poder, el crecimiento respondía presente y el desempleo mermaba, unos ingredientes que permitieron al ministro adquirir una estatura internacional con la etiqueta de socialista moderado.
Este profesor de economía y abogado de negocios políglota (domina el alemán y el inglés) vivió una parte de su juventud en Marruecos.
Se ganó el respeto profesional y se perfilaba como una de las figuras del relevo en la Unión Europea, aunque le reprochaban su diletantismo.
De hecho en 2007 fueron los europeos quienes propusieron su candidatura antes de que el conservador Nicolas Sarkozy la aceptara, con la esperanza de alejarlo de la escena política.
Pero el cálculo le salió mal y DSK se fue convirtiendo en el principal rival del presidente francés.
Eso era hasta el 14 de mayo y su detención en Nueva York, cuando se hallaba en un avión de Air France con destino a París.
-AFP-
Comparte esta noticia