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"Vidas minadas" recuerda en la OEA que impacto de minas no tiene fin

Foto: Andina (Referencial)
Foto: Andina (Referencial)

Historias de mutilados por minas antipersona en Colombia, El Salvador, Nicaragua, Camboya, Mozambique y Bosnia se exhiben desde hoy en la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington.

Trescientas sesenta y cinco vidas dañadas por las minas antipersona llegan hoy al Museo de las Américas de la OEA mediante las fotografías de Gervasio Sánchez, para recordar que, aunque dejen de usarse, el impacto de las minas "no tiene límite".

Las historias de los mutilados por las minas antipersona en Colombia, El Salvador, Nicaragua, Camboya, Mozambique y Bosnia se exhiben desde hoy y hasta el 2 de enero de 2011 en la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, después de pasar por ciudades de todo el mundo en sus más de diez años de vida.

Sánchez, que ganó el Premio Ortega y Gasset de Fotografía en 2008 por este trabajo, comenzó a retratar las vidas de las víctimas de las minas en 1995, a partir de su experiencia como reportero de guerra y como colaborador de las organizaciones Intermón-Oxfam, Médicos sin Fronteras y Manos Unidas.

Quince años después, algunas de las personas que retrató han logrado ayuda de hospitales españoles para reemplazar sus precarias prótesis u operarse.

Uno de ellos, el salvadoreño Manuel Orellana, que perdió ambas piernas cuando regresaba de recolectar café en el campo en 1991, estuvo presente en la inauguración de la exposición para contar cómo ha logrado seguir trabajando, sacar adelante a cuatro hijos e incluso conseguir que uno de ellos vaya a llegar a la universidad.

"La de Manuel es, comparada con otras, una historia victoriosa. Es un ejemplo claro de que los mutilados por las minas son capaces de superar las circunstancias más difíciles", dijo a Efe Gervasio Sánchez.

El ejemplo de Orellana, quien pidió a la OEA que coordine a los países de la región para liberar el continente de minas y asistir a las víctimas, es "un mensaje fuerte que trae esperanza", aseguró Javier Sancho, embajador de la misión permanente de España ante la OEA, que organizó la exposición.

Pero para Sánchez, que entiende el periodismo sólo como una actividad "sobre el terreno" y considera que los reporteros tienen "una deuda insalvable con las víctimas", la solución al problema de las minas está lejos de llegar.

Así lo atestiguan sus fotografías, con las que ha creado un estremecedor mosaico de personas mutiladas y con las que se acerca a vidas como la de la mozambiqueña Sonia Elface Fumo, que tenía once años cuando perdió las piernas y superó dos embarazos antes de que le reemplazaran las prótesis, catorce años después.

La muestra llega a la capital estadounidense más de diez años después de la firma de la Convención de Ottawa (1999), que obligaba a los más de 150 estados firmantes a acabar con el uso, fabricación y almacenamiento de minas terrestres.

Sin embargo, Estados Unidos, que tiene distribuidas minas antipersona en la frontera de las dos Coreas, se ha negado persistentemente a firmar ese texto.

"Estados Unidos no quiere firmarlo, pero curiosamente dedica una parte importante a la ayuda a víctimas de minas antipersona", señaló Sánchez, que cree que la firma de este país y la de Rusia y China "cumpliría un sueño" y "sentaría ejemplo para otros problemas, como las bombas de racimo o la lucha contra la pobreza".

Pero la solución, recordó Sánchez, no está sólo en dejar de fabricar las minas.

"Lo más importante es ayudar a las víctimas a superar los estragos de la mutilación, y a veces hay que ayudarlos toda la vida", aseguró. "Porque si una víctima pierde las piernas con 13 años, cuando se muera habrá cambiado 30 veces de prótesis. Mi pregunta es ¿quién va a pagar la factura?".

Sánchez subrayó que los mutilados rara vez tienen recursos materiales, por lo que el peso debe recaer en las instituciones internacionales y "los países que fabricaron minas en el pasado, y que posiblemente son los responsables de que esa persona haya sido mutilada".

Cerca de 5.000 personas, en su mayoría civiles no vinculados a ningún conflicto armado, mueren o quedan mutiladas cada año en todo el mundo, recordó el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza.

 

EFE

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