Perros y gatos también pueden sufrir estrés emocional. Aunque muchos dueños lo desconocen, la ansiedad es una afección real que puede afectar seriamente su salud. Te explicamos cómo identificarla, cuáles son sus causas y qué hacer para prevenirla.
No solo los humanos lidian con el estrés y la ansiedad. Las mascotas también pueden desarrollar estos trastornos, aunque muchas veces sus señales son confundidas con “mal comportamiento” o manías sin importancia. Pero la ansiedad en perros y gatos es real, y si no se trata a tiempo, puede perjudicar su bienestar físico y emocional.
La ansiedad se presenta como una respuesta de miedo o incomodidad ante situaciones que las mascotas perciben como amenazantes o desconocidas. Algunas veces aparece de forma puntual —por ejemplo, con fuegos artificiales—, pero en otros casos se vuelve crónica, especialmente cuando está relacionada con la ausencia de sus dueños o con un entorno poco estimulante.
¿Cuáles son las causas más comunes?
Entre los factores más comunes que pueden detonar ansiedad están la separación prolongada, los cambios en el entorno (como mudanzas o la llegada de nuevos integrantes a la familia), la falta de socialización y el ruido excesivo. En el caso de los perros, también influye el nivel de ejercicio que reciben: si una raza activa no descarga su energía adecuadamente, puede volverse destructiva o hiperactiva por frustración.
Los síntomas varían, pero hay señales comunes que permiten identificar un problema emocional. En los perros, pueden manifestarse como ladridos constantes, temblores, destrucción de objetos, accidentes dentro de casa o lamido excesivo. En los gatos, la ansiedad suele reflejarse en conductas como esconderse con frecuencia, cambios de apetito, maullidos insistentes, agresividad o exceso de acicalamiento.

Aunque los signos pueden variar, uno de los más evidentes es el ladrido constante o los aullidos prolongados.Fuente: Unsplash
La médico veterinaria Susana Pravatiner advirtió en RPP que uno de los errores más frecuentes es el desconocimiento de las necesidades reales de los animales. Por ejemplo, si yo tengo un perro de una raza que necesita mucha actividad, pero lo tengo encerrado y sin estímulo, lo estoy privando de una necesidad básica. Eso genera un nivel de estrés que luego se expresa en distintos problemas de conducta.
En los gatos, el impacto también es profundo. Según la Dra. se ha visto un incremento importante en enfermedades autoinmunes que tienen como origen el estrés. Muchas veces los dueños no lo notan porque los gatos lo manifiestan de forma más silenciosa.
Otro aspecto que puede influir es la humanización de las mascotas, una tendencia cada vez más común. La especialista Pravatiner advierte que hay personas que, aunque con buena intención, empiezan a tratar a su perro como si fuera un bebé. Pero esto va en contra de su naturaleza. Los animales tienen su propio lenguaje, su propio rol evolutivo, y tratar de imponerles uno ajeno puede causarles ansiedad y confusión.
¿Qué hacer para ayudar a una mascota con ansiedad?
Aunque no puedan decirlo con palabras, los animales también necesitan contención emocional. Con pequeños cambios en el entorno y en la rutina diaria, es posible ayudarlos a sentirse más tranquilos. Estas son algunas recomendaciones clave:
- Mantener una rutina estable. Las mascotas se sienten más seguras con horarios definidos para comer, pasear y descansar.
- Consultar con un veterinario o etólogo. En casos más severos, es importante acudir a un especialista que pueda recomendar cambios de rutina, terapias o, si es necesario, medicación.
- Darles suficiente ejercicio físico y estimulación mental. Juegos, paseos, juguetes interactivos o zonas para trepar ayudan a reducir la ansiedad.
- Buscar espacios tranquilos en casa. Un lugar seguro donde puedan refugiarse en momentos de estrés ayuda mucho.
- Consultar con un veterinario o etólogo. En casos más severos, es importante acudir a un especialista que pueda recomendar cambios de rutina, terapias o, si es necesario, medicación.
Ayudar a una mascota a superar la ansiedad empieza por entender que no basta con quererlas, también hay que conocerlas. Su lenguaje, sus necesidades y su historia importan. No se trata de darles amor como si fueran personas, sino de darles amor como lo que son: animales con emociones, instintos y una forma única de vivir el mundo.
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