El waterpolista norteamericano Tim Schroeder ganó medallas en tres Juegos Panamericanos convirtiéndose en un líder inspirador de los deportistas de ese país.
Terry Schroeder siempre está bien peinado. Es rubio, alto, mide dos metros, su físico pareciera que fue tallado, por ello muchos diarios y revistas norteamericanas lo pusieron en sus portadas. Tiene el look de un super héroe del mundo Marvel. Pero fue algo más importante. Fue uno de los mejores waterpolistas de todos los tiempos. Se convirtió en un líder inspirador para la selección de EE. UU., con la que ganó tres títulos Panamericanos, entre 1979 y 1987.
Durante esos ocho años, Estados Unidos siempre superó a Cuba en el juego por la supremacía del continente. Durante los juegos Panamericanos de La Habana, en 1991, se dio lo que nadie imaginaba, cuando los cubanos vencieron a los estadounidenses en el último encuentro y evitaron que Schroeder ganara su cuarta medalla en oro.
Se cree que el waterpolo prácticó por primera en 1869 en Glassgow (Escocia), era como jugar al futbol pero en el agua. Fue una evolución de un juego que se realizaba en el mar, donde la gente montaba en barriles y se apoyaban con un remo para trasladar y golpear el balón, con el objetivo de anotar goles.
El waterpolo hoy se juega en una piscina con 7 jugadores por equipo, diferenciados por el color de su gorro. Se juegan 4 tiempos de 8 minutos y gana el equipo que anota más goles al final del juego. Un deporte que exige al máximo la energía de quienes lo practican porque los jugadores tienen que flotar todo el tiempo y solo pueden usar una mano para manejar el balón, salvo el arquero que puede tomarlo con ambas manos.
A diferencia de lo que se puede percibir desde fuera, el waterpolo es un deporte en el que prima la intensidad antes que el juego brusco; la picardía antes que la trampa; y la rivalidad sana antes que la falta de respeto. Como en todos los deportes de conjunto, los jugadores aprenden la importancia del trabajo en equipo y ayuda a transmitir tanto valores personales como el esfuerzo, el compañerismo y la lucha.
Terry Schroeder confesó, alguna vez, que cuando era estudiante en la Universidad de Pepperdine y empezó a jugar al waterpolo, él no era un líder. “Yo animaba al equipo, quería más, alentaba a mis compañeros a llegar mas lejos, pero lo único que pretendía era ganar yo, marcar yo los goles, salir en en hombros de la piscina”.
Pero la maduración deportiva de Schroeder llegó, gracias a sus compañeros fue comprendiendo el significado profundo de palabras como: Grupo, entrega y comunicación. Y fue dejando atrás palabras como “yo”, otra vez “yo” y nuevamente “yo”. Otro gran jugador de Waterpolo, el español Mauel Estiarte definió asi la escencia del líder: “Una cosa es ser una figura y otra, ser un líder. El líder sirve al equipo, la figura se sirve de él”.
Terry Schroeder también sobresalió en Juegos Olímpicos, en los que ganó dos preseas plateadas, en Los Ángeles, 1984 y Seúl, 1988. Luego se convirtió en entrenador y dirigió al equipo nacional de EE.UU. en Beijing 2008, donde fue derrotado en la final frente a Hungría. En 1999, Terry Schroeder fue electo al Salón de la Fama del polo acuático en Estados Unidos.
En las piscinas panamericanas, ningún equipo masculino ha sido mejor que el de Estados Unidos. En las 15 ediciones en que se ha convocado el polo acuático, los estadounidenses han ganado 11 títulos y acumulan cuatro medallas de plata. Inspirados por un líder como Terry Schroeder, que gracias al deporte aprendió a creer y confiar en sus compañeros.
(Fue tal la dimensión que alcanzó Schroeder, que fue inmortalizado en los Juegos Olímpicos de 1984, cuando su cuerpo fue utilizado para la estatua de la figura masculina colocada fuera del Memorial Coliseum de Los Ángeles)
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