La disputa envuelve al avión Rafale, construido por la francesa Dassault, el Gripen NG, de la sueca Saab, y el F/A-18 Super Hornet, de la gigante estadounidense Boeing.
El gobierno de Brasil tiene previsto anunciar a partir de los primeros días de abril al vencedor de una multimillonaria licitación que abastecerá al gigante sudamericano con 36 aviones caza de última generación para consolidar su nuevo papel de potencia militar regional, de acuerdo con fuentes oficiales.
La disputa envuelve al avión Rafale, construido por la francesa Dassault, el Gripen NG, de la sueca Saab, y el F/A-18 Super Hornet, de la gigante estadounidense Boeing.
Brasil ya aclaró que exige la "transferencia irrestricta" de tecnología para firmar el contrato. La evidente preferencia del presidente Luiz Inácio Lula da Silva por el Rafale parece no coincidir con la Fuerza Aérea, que según reportes no confirmados vería con buenos ojos al Gripen, más barato que el aparato
francés.
En tanto, el Super Hornet parece haber perdido espacio en la disputa, ante la experiencia brasileña sobre las reticencias de Estados Unidos para ofrecer acceso completo a su tecnología militar.
La Fuerza Aérea evitó pronunciarse públicamente en un reporte técnico sobre su preferencia.
Para Brasil, la transferencia de tecnología es clave, ya que aspira no solamente a construir sus propios aviones caza sino también, en el futuro, a exportarlos.
"Brasil precisa modernizar sus aviones y obviamente haremos lo que sea mejor para Brasil", dijo recientemente el presidente Lula.
La propuesta francesa se muestra en ventaja por la asociación estratégica firmada por París y Brasilia y que incluye la cooperación militar.
Brasil ya compró 50 helicópteros y cinco submarinos franceses, uno de los cuales será construido para usar un motor nuclear.
Los valores del contrato por los aviones no han sido revelados y varían según el modelo; pero las especulaciones de la prensa local oscilan entre los 4.000 y los 10.000 millones de dólares.
Para las empresas participantes, la selección brasileña constituye una oportunidad extraordinaria de cerrar un negocio millonario, pero también la posibilidad de situar sus productos de cara a licitaciones similares en India y Kuwait.
En el caso francés, el propio presidente Nicolás Sarkozy utilizó sus habilidades negociadoras para tratar el tema con Lula.
En septiembre pasado el asunto parecía cerrado en favor del Rafale, aunque el presidente brasileño aseguró que el proceso continuaba abierto.
Estados Unidos llegó a enviar a su asesor de Seguridad Nacional Jim Jones, para convencer a Brasil de las ventajas del Super Hornet, garantizando la transferencia de la "tecnología necesaria", sin convencer al ministro brasileño de Defensa, Nelson Jobim.
En febrero, Estados Unidos ancló frente a Rio de Janeiro al portaaviones "USS Carl Vinson" para mostrar sus F-18 a bordo.
Funcionarios de Boeing estaban estratégicamente disponibles para responder preguntas de la prensa.
Dassault, a su vez, recortó unos 2.000 millones de dólares del precio inicial, de acuerdo a reportes de prensa no confirmados.
Gripen ofreció una asociación para desarrollo conjunto del modelo desde el estado de prototipo, y contó con la ayuda del propio rey Carl XVI Gustaf, en una visita a Brasil esta semana.
En este juego de negociaciones, el gobierno brasileño ya ha postergado varias veces la fecha para anunciar a la empresa vencedora.
El comandante de la Fuerza Aérea brasileña, Juniti Saito, había afirmado que el anuncio sería formulado a fines de marzo, aunque Jobim dijo el pasado jueves que solamente después de los feriados de Pascuas podrá entregar su evaluación final al presidente, que será quien tome la decisión.
Las tres propuestas fueron analizadas por dos comisiones técnicas, de la Fuerza Aérea y del Ministerio de Defensa, y por un grupo de estudio jurídico.
Cuando Jobim tenga una decisión, el presidente Lula debe convocar al Consejo Nacional de Defensa para discutir los últimos detalles antes de formular el anuncio del vencedor. AFP
La disputa envuelve al avión Rafale, construido por la francesa Dassault, el Gripen NG, de la sueca Saab, y el F/A-18 Super Hornet, de la gigante estadounidense Boeing.
Brasil ya aclaró que exige la "transferencia irrestricta" de tecnología para firmar el contrato. La evidente preferencia del presidente Luiz Inácio Lula da Silva por el Rafale parece no coincidir con la Fuerza Aérea, que según reportes no confirmados vería con buenos ojos al Gripen, más barato que el aparato
francés.
En tanto, el Super Hornet parece haber perdido espacio en la disputa, ante la experiencia brasileña sobre las reticencias de Estados Unidos para ofrecer acceso completo a su tecnología militar.
La Fuerza Aérea evitó pronunciarse públicamente en un reporte técnico sobre su preferencia.
Para Brasil, la transferencia de tecnología es clave, ya que aspira no solamente a construir sus propios aviones caza sino también, en el futuro, a exportarlos.
"Brasil precisa modernizar sus aviones y obviamente haremos lo que sea mejor para Brasil", dijo recientemente el presidente Lula.
La propuesta francesa se muestra en ventaja por la asociación estratégica firmada por París y Brasilia y que incluye la cooperación militar.
Brasil ya compró 50 helicópteros y cinco submarinos franceses, uno de los cuales será construido para usar un motor nuclear.
Los valores del contrato por los aviones no han sido revelados y varían según el modelo; pero las especulaciones de la prensa local oscilan entre los 4.000 y los 10.000 millones de dólares.
Para las empresas participantes, la selección brasileña constituye una oportunidad extraordinaria de cerrar un negocio millonario, pero también la posibilidad de situar sus productos de cara a licitaciones similares en India y Kuwait.
En el caso francés, el propio presidente Nicolás Sarkozy utilizó sus habilidades negociadoras para tratar el tema con Lula.
En septiembre pasado el asunto parecía cerrado en favor del Rafale, aunque el presidente brasileño aseguró que el proceso continuaba abierto.
Estados Unidos llegó a enviar a su asesor de Seguridad Nacional Jim Jones, para convencer a Brasil de las ventajas del Super Hornet, garantizando la transferencia de la "tecnología necesaria", sin convencer al ministro brasileño de Defensa, Nelson Jobim.
En febrero, Estados Unidos ancló frente a Rio de Janeiro al portaaviones "USS Carl Vinson" para mostrar sus F-18 a bordo.
Funcionarios de Boeing estaban estratégicamente disponibles para responder preguntas de la prensa.
Dassault, a su vez, recortó unos 2.000 millones de dólares del precio inicial, de acuerdo a reportes de prensa no confirmados.
Gripen ofreció una asociación para desarrollo conjunto del modelo desde el estado de prototipo, y contó con la ayuda del propio rey Carl XVI Gustaf, en una visita a Brasil esta semana.
En este juego de negociaciones, el gobierno brasileño ya ha postergado varias veces la fecha para anunciar a la empresa vencedora.
El comandante de la Fuerza Aérea brasileña, Juniti Saito, había afirmado que el anuncio sería formulado a fines de marzo, aunque Jobim dijo el pasado jueves que solamente después de los feriados de Pascuas podrá entregar su evaluación final al presidente, que será quien tome la decisión.
Las tres propuestas fueron analizadas por dos comisiones técnicas, de la Fuerza Aérea y del Ministerio de Defensa, y por un grupo de estudio jurídico.
Cuando Jobim tenga una decisión, el presidente Lula debe convocar al Consejo Nacional de Defensa para discutir los últimos detalles antes de formular el anuncio del vencedor. AFP
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