Este es el tratado internacional de derechos humanos más ampliamente ratificado de la historia, dado que todos los países del mundo lo han firmado, y sólo dos no lo han ratificado.
Veinte años después de firmarse la Convención sobre los derechos del Niño ha habido grandes avances, como la reducción de la mortalidad infantil, pero la pobreza, la violencia, o algunas enfermedades aún amenazan a los menores, según Unicef.
El 20 de noviembre del 2009 se cumple el 20 aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, el tratado internacional de derechos humanos más ampliamente ratificado de la historia, dado que todos los países del mundo lo han firmado, y sólo dos no lo han ratificado.
Además, más de 70 países han incorporado códigos de la infancia en su legislación nacional a partir de lo que establece el tratado.
La Convención establece cuatro derechos fundamentales: la no discriminación; el interés superior del niño como consideración primordial en los asuntos que le afectan; los derechos a la vida, la supervivencia y el desarrollo; y el respeto por las opiniones de los menores.
En dos décadas de vigencia, los logros son claros, pero igual de diáfanos son los retos y los desafíos, tal y como muestra una edición especial del informe "Estado Mundial de la Infancia" editado por Unicef para conmemorar el aniversario.
El texto indica que la cifra anual de muertes de menores de cinco años en el mundo ha descendido de 12,5 millones en 1990 a 9 millones en el 2008, pero aún 4 millones de recién nacidos mueren durante su primer mes de vida, y otros 4 millones fallecen antes de cumplir los 5 años por tres causas: diarrea, paludismo o neumonía.
El informe señala que mil millones de niños y niñas carecen de uno o más servicios esenciales para la supervivencia, y 148 millones de menores de cinco años tiene un peso insuficiente para su edad.
La vacunación sistemática ha aumentado del 75% en 1990 al 81% en 2007; sin embargo, todavía hay 22 millones de recién nacidos que no están protegidos contra enfermedades mediante vacunación sistemática.
De 1990 a 2006, más de 1.600 millones de personas han obtenido acceso a fuentes mejoradas de agua potable; pero al mismo tiempo, 37 millones de recién nacidos no reciben sal yodada que les proteja de la carencia de yodo.
Por otra parte, la prevalencia del VIH se ha reducido entre las mujeres de 15 a 24 años que asisten a las clínicas prenatales; no obstante, 2 millones de niños y niñas menores de 15 años viven con VHI en todo el mundo.
En relación a la educación, el informe de Unicef señala que el número de niños no escolarizados descendió de 115 millones en 2002 a 101 millones en 2007, y la permanencia hasta el último curso de la escuela primaria en los países en desarrollo fue de más de un 90 por ciento en 2000-2007.
Sin embargo, 101 millones de menores no acuden a la escuela primaria, y son más las niñas que los niños.
Precisamente, la paridad entre géneros es uno de los mayores retos.
La alfabetización entre los jóvenes varones es 1,2 veces más elevada que entre las mujeres jóvenes en los países menos adelantados, mientras que el matrimonio infantil entre las mujeres jóvenes que viven en las zonas rurales del mundo en desarrollo es el doble que entre las mujeres jóvenes de las ciudades.
Sesenta y cuatro millones de mujeres de 20 a 24 años en el mundo en desarrollo se casaron antes de cumplir 18 años, y catorce millones de mujeres jóvenes dieron a luz entre los 15 y los 19 años.
No obstante, la asistencia neta a la escuela secundaria en América Latina y el Caribe entre los niños es inferior es seis puntos porcentuales a la que se registra entre las niñas.
Unicef también constata que la violencia hace estragos entre la población infantil.
Setenta millones de mujeres y niñas en 29 países han sido víctimas de la ablación genital; 1.500 millones de menores son víctimas de la violencia; y según las últimas datos disponibles, 1,2 millones de niños y niñas son víctimas todos los años de la trata.
Ante esta situación, Unicef pide la colaboración entre las instancias nacionales, los organismos internacionales, y la sociedad civil para que la Convención se aplique en toda su amplitud y poder seguir la lucha por los derechos y la protección de los menores.
EFE
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