"Las clases bajas están igual o peor que muchas regiones de África", fue una de las conclusiones que se expusieron en la conferencia de la ONU sobre calidad del agua en el mundo.
En Latinoamérica, el nivel de calidad del
agua está marcado por las grandes diferencias sociales, en las que
el 10 por ciento de la población es de clase alta y tiene los mismos
servicios que los países desarrollados, mientras las clases bajas
están igual o peor que muchas regiones de África.
Así lo declaró hoy a EFE en Nairobi en una entrevista la científica mexicana Blanca Jiménez, profesora de la Universidad Autónoma Nacional de México, que participó en la conferencia de la ONU sobre la calidad del agua en el mundo.
La conferencia se celebró en Nairobi y contó con numerosos científicos y expertos de Naciones Unidas en agua y saneamiento.
"Latinoamérica no se encuentra catalogada entre los peores lugares" del mundo en materia de calidad de agua, declaró Jiménez a Efe durante la mencionada conferencia, celebrada con motivo del Día Internacional del Agua.
Blanca Jiménez expresó su preocupación por el hecho de que en términos de calidad del agua, "el problema es que dentro de América Latina la principal característica son las grandes diferencias entre ricos y pobres".
Las cifras promedio catalogan a América Latina como "un lugar donde se considera que no se necesita ayuda y que la cosa no está tan mal", dijo.
Añadió que con el desglose de las cifras "encontramos que las clases más altas tienen un servicio de calidad de agua y de saneamiento igual que los países desarrollados, pero conforme vamos bajando de clase, los servicios están igual o peor que mucha regiones de África. Eso es algo que preocupa porque no se le esta dando tanta atención" al problema.
Las clases altas en América Latina suponen "como mucho un 10 por ciento de la población", dijo al resaltar Latinoamérica "es reconocida" como la región donde hay "más disparidades sociales y lo mismo se refleja en el agua. El problema es que muchos políticos trabajan con cifras promedio".
Resaltó que aunque hay una buena distribución de agua, "el servicio no llega todo el tiempo. Una cosa muy característica es la presencia de tinacos, esos tanques que están arriba de las casas para contener agua".
Además, "casi toda la gente tiene en su casa sistemas de potabilización, que van desde hervir el agua a pequeñas plantas de tratamiento o a compra botellas" de agua.
México es el segundo consumidor del mundo de agua embotellada, después de Italia, según Jiménez, que explicó que comportamientos similares se encuentra en el resto de América Latina porque el agua corriente "no es segura para tomar".
Señaló que hay diferencias muy marcadas entre los países emergentes, como Brasil, Chile, Argentina, Centroamérica y otras naciones de América del Sur, donde los niveles de calidad de agua son muy bajos.
Sobre el tratamiento de las aguas señaló que, en promedio, en la región se calcula que hay una capacidad instalada para tratar el 16 por ciento del agua, pero apuntó que "se trata menos del 50 por ciento y la que se trata no cumple la norma".
En México concretamente, el país tiene una capacidad de tratamiento del agua instalada de un 40 por ciento, un 20 por ciento es tratada y sólo un 2 por ciento cumple la norma. "Pagamos incluso para que el agua quede mal tratada", lamentó. EFE
Así lo declaró hoy a EFE en Nairobi en una entrevista la científica mexicana Blanca Jiménez, profesora de la Universidad Autónoma Nacional de México, que participó en la conferencia de la ONU sobre la calidad del agua en el mundo.
La conferencia se celebró en Nairobi y contó con numerosos científicos y expertos de Naciones Unidas en agua y saneamiento.
"Latinoamérica no se encuentra catalogada entre los peores lugares" del mundo en materia de calidad de agua, declaró Jiménez a Efe durante la mencionada conferencia, celebrada con motivo del Día Internacional del Agua.
Blanca Jiménez expresó su preocupación por el hecho de que en términos de calidad del agua, "el problema es que dentro de América Latina la principal característica son las grandes diferencias entre ricos y pobres".
Las cifras promedio catalogan a América Latina como "un lugar donde se considera que no se necesita ayuda y que la cosa no está tan mal", dijo.
Añadió que con el desglose de las cifras "encontramos que las clases más altas tienen un servicio de calidad de agua y de saneamiento igual que los países desarrollados, pero conforme vamos bajando de clase, los servicios están igual o peor que mucha regiones de África. Eso es algo que preocupa porque no se le esta dando tanta atención" al problema.
Las clases altas en América Latina suponen "como mucho un 10 por ciento de la población", dijo al resaltar Latinoamérica "es reconocida" como la región donde hay "más disparidades sociales y lo mismo se refleja en el agua. El problema es que muchos políticos trabajan con cifras promedio".
Resaltó que aunque hay una buena distribución de agua, "el servicio no llega todo el tiempo. Una cosa muy característica es la presencia de tinacos, esos tanques que están arriba de las casas para contener agua".
Además, "casi toda la gente tiene en su casa sistemas de potabilización, que van desde hervir el agua a pequeñas plantas de tratamiento o a compra botellas" de agua.
México es el segundo consumidor del mundo de agua embotellada, después de Italia, según Jiménez, que explicó que comportamientos similares se encuentra en el resto de América Latina porque el agua corriente "no es segura para tomar".
Señaló que hay diferencias muy marcadas entre los países emergentes, como Brasil, Chile, Argentina, Centroamérica y otras naciones de América del Sur, donde los niveles de calidad de agua son muy bajos.
Sobre el tratamiento de las aguas señaló que, en promedio, en la región se calcula que hay una capacidad instalada para tratar el 16 por ciento del agua, pero apuntó que "se trata menos del 50 por ciento y la que se trata no cumple la norma".
En México concretamente, el país tiene una capacidad de tratamiento del agua instalada de un 40 por ciento, un 20 por ciento es tratada y sólo un 2 por ciento cumple la norma. "Pagamos incluso para que el agua quede mal tratada", lamentó. EFE
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