La nueva cría es propiedad del Gobierno de Brasil, que encomendó hace veinte años a la ONG Loro Parque Fundación el proyecto de recuperación del guacamayo de Spix.
Un pichón de brillante plumaje azul que aprende tímidamente a comer es el quinto guacamayo de Spix que nace en España, una victoria medioambiental para esta ave extinguida en su lugar de origen, la selva brasileña de la Caatinga, y de la que sólo hay 73 ejemplares en el mundo.
La nueva cría, que nació en marzo, es propiedad del Gobierno de Brasil, que encomendó hace veinte años a la ONG Loro Parque Fundación el proyecto específico de recuperación del guacamayo de Spix, en el que el centro radicado en la isla española de Tenerife ha invertido más de 720.000 dólares y que ya tutela a ocho ejemplares.
Rafael Zamora, biólogo del Departamento de Conservación del centro, explica en una entrevista a Efe que Loro Parque Fundación es la mayor reserva genética del mundo de psitácidas (loros, guacamayos, cotorras, cacatúas, papagayos, periquitos y pericos), y dispone de un criadero "único", con unos 4.100 ejemplares.
En este centro de reproducción nacen cada año unos 1.500 pollitos como promedio y lo que es más relevante, apunta el biólogo, supone un hito el que, con esta labor, España contribuya a reproducir especies ya extintas en su medio natural.
Es el caso del guacamayo de Spix, que se extinguió en 2000 en la selva brasileña de la Caatinga, un primitivo bosque de galería por donde discurre el agua desde hace millones de años, y paradójicamente rodeado por un desierto de durísimas condiciones.
Ahí vivía este guacamayo de voz especial y color azul único en la naturaleza, de apariencia frágil y delicada y que, cuando es adulto -puede vivir unos 50 años- pierde una línea blanca vertical en el pico y oscurece su rostro.
Curiosamente, el último ejemplar en libertad desapareció poco tiempo después de ser descubierta esta especie, debido a las capturas.
Fue entonces cuando el Gobierno brasileño encomendó a Loro Parque Fundación la recuperación de la especie, pues el centro había tenido éxito en la reproducción de otras aves y en cambio, en su país de origen, había parejas en cautividad que no lograban reproducirse.
Brasil ha realizado intercambio de ejemplares a la isla, también en cautividad, y hace 14 años nació el primer guacamayo de Spix en Tenerife, una hembra que ahora es la madre del nuevo pichón.
El biólogo comenta que Tenerife es el sitio perfecto para estas aves por su clima suave y porque se pueden reproducir las mismas condiciones de su hábitat natural, con una dieta adecuada e incluso más enriquecida que en libertad, pues se les suministra mayor variedad de semillas y otros nutrientes.
"Pero lo más importante que tenemos -precisa- es el conocimiento: llevamos 40 años criando loros con un equipo de biólogos, veterinarios y personal técnico que son expertos mundiales" en esta labor.
Cuando se reintroduce una especie, llegan a formar parte del equipo "hasta ingenieros y políticos" porque la recuperación en libertad es "muy complicada", ya que hay que controlar que no se introduzcan enfermedades en el medio natural y antes de proceder a la primera suelta, hay que contar con una población de entre cien y 120 ejemplares.
Incluso hay un protocolo para el transporte de aves que se quieren reintroducir en libertad, pues no se puede arriesgar y llevar "diez animales" en un vuelo, sino que hay que separarlos.
Y eso conlleva, además, el uso de transportines homologados por la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) y la asistencia continua de personal especializado.
EFE
La nueva cría, que nació en marzo, es propiedad del Gobierno de Brasil, que encomendó hace veinte años a la ONG Loro Parque Fundación el proyecto específico de recuperación del guacamayo de Spix, en el que el centro radicado en la isla española de Tenerife ha invertido más de 720.000 dólares y que ya tutela a ocho ejemplares.
Rafael Zamora, biólogo del Departamento de Conservación del centro, explica en una entrevista a Efe que Loro Parque Fundación es la mayor reserva genética del mundo de psitácidas (loros, guacamayos, cotorras, cacatúas, papagayos, periquitos y pericos), y dispone de un criadero "único", con unos 4.100 ejemplares.
En este centro de reproducción nacen cada año unos 1.500 pollitos como promedio y lo que es más relevante, apunta el biólogo, supone un hito el que, con esta labor, España contribuya a reproducir especies ya extintas en su medio natural.
Es el caso del guacamayo de Spix, que se extinguió en 2000 en la selva brasileña de la Caatinga, un primitivo bosque de galería por donde discurre el agua desde hace millones de años, y paradójicamente rodeado por un desierto de durísimas condiciones.
Ahí vivía este guacamayo de voz especial y color azul único en la naturaleza, de apariencia frágil y delicada y que, cuando es adulto -puede vivir unos 50 años- pierde una línea blanca vertical en el pico y oscurece su rostro.
Curiosamente, el último ejemplar en libertad desapareció poco tiempo después de ser descubierta esta especie, debido a las capturas.
Fue entonces cuando el Gobierno brasileño encomendó a Loro Parque Fundación la recuperación de la especie, pues el centro había tenido éxito en la reproducción de otras aves y en cambio, en su país de origen, había parejas en cautividad que no lograban reproducirse.
Brasil ha realizado intercambio de ejemplares a la isla, también en cautividad, y hace 14 años nació el primer guacamayo de Spix en Tenerife, una hembra que ahora es la madre del nuevo pichón.
El biólogo comenta que Tenerife es el sitio perfecto para estas aves por su clima suave y porque se pueden reproducir las mismas condiciones de su hábitat natural, con una dieta adecuada e incluso más enriquecida que en libertad, pues se les suministra mayor variedad de semillas y otros nutrientes.
"Pero lo más importante que tenemos -precisa- es el conocimiento: llevamos 40 años criando loros con un equipo de biólogos, veterinarios y personal técnico que son expertos mundiales" en esta labor.
Cuando se reintroduce una especie, llegan a formar parte del equipo "hasta ingenieros y políticos" porque la recuperación en libertad es "muy complicada", ya que hay que controlar que no se introduzcan enfermedades en el medio natural y antes de proceder a la primera suelta, hay que contar con una población de entre cien y 120 ejemplares.
Incluso hay un protocolo para el transporte de aves que se quieren reintroducir en libertad, pues no se puede arriesgar y llevar "diez animales" en un vuelo, sino que hay que separarlos.
Y eso conlleva, además, el uso de transportines homologados por la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) y la asistencia continua de personal especializado.
EFE
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