El 15 de septiembre de 2008 el histórico banco de Wall Street se declaró en bancarrota. Su quiebra pronto se expandió por todo el mundo, y sus efectos aún se sienten.
El lunes 15 de septiembre de 2008, el banco norteamericano de servicios financieros Lehman Brothers se declaró oficialmente en bancarrota, hecho que marcó el inicio de la etapa más agresiva de la crisis financiera internacional, cuyos efectos aún son sentidos, aunque en menor escala.
En su momento, la noticia sacudió los mercados, minó la confianza en los bancos y terminó por obligar a gobiernos de todo el mundo a lanzar programas de reactivación multimillonarios. La economía se sumió en la peor recesión global desde la posguerra.
Ante el anuncio, las plazas de Wall Street se estremecieron y el promedio industrial Dow Jones perdió 504 puntos en solo una sesión, la peor contracción desde los ataques terroristas a las Torres Gemelas, perpetrados el 11 de septiembre de 2001.
La crisis financiera y la política de EE.UU.
La respuesta del gobierno estadounidense y la Reserva Federal a la crisis económica sigue siendo determinada, en gran medida, por su horror ante las repercusiones del colapso de Lehman Brothers.
Las inyecciones frenéticas de dinero en los mercados, las garantías a los depósitos de las cuentas monetarias, la compra de acciones de la banca y otros programas de intervención pública aún en vigor llegaron después de que las autoridades estadounidenses tomaran una decisión singular en la Reserva Federal de Nueva York.
Henry Paulson, el secretario del Tesoro, y Ben Bernanke, el presidente del banco central estadounidense, decidieron dejar que se hundiera Lehman Brothers, un gigante de las finanzas con 158 años de solera.
"Visto ahora, está claro que fue un error", dijo a la agencia Efe John Boyd, asesor del Banco de la Reserva Federal de Minneapolis. "Entonces todo el mundo creía que los mercados habían anticipado y asumido que Lehman Brothers caería, pero su reacción fue una sorpresa", añadió.
El hundimiento de ese banco de inversión no fue la causa de la crisis financiera, pero sí el desencadenante del "gran pánico" de 2008, que a punto estuvo de provocar una trombosis en los canales financieros del mundo.
En su momento, la noticia sacudió los mercados, minó la confianza en los bancos y terminó por obligar a gobiernos de todo el mundo a lanzar programas de reactivación multimillonarios. La economía se sumió en la peor recesión global desde la posguerra.
Ante el anuncio, las plazas de Wall Street se estremecieron y el promedio industrial Dow Jones perdió 504 puntos en solo una sesión, la peor contracción desde los ataques terroristas a las Torres Gemelas, perpetrados el 11 de septiembre de 2001.
La crisis financiera y la política de EE.UU.
La respuesta del gobierno estadounidense y la Reserva Federal a la crisis económica sigue siendo determinada, en gran medida, por su horror ante las repercusiones del colapso de Lehman Brothers.
Las inyecciones frenéticas de dinero en los mercados, las garantías a los depósitos de las cuentas monetarias, la compra de acciones de la banca y otros programas de intervención pública aún en vigor llegaron después de que las autoridades estadounidenses tomaran una decisión singular en la Reserva Federal de Nueva York.
Henry Paulson, el secretario del Tesoro, y Ben Bernanke, el presidente del banco central estadounidense, decidieron dejar que se hundiera Lehman Brothers, un gigante de las finanzas con 158 años de solera.
"Visto ahora, está claro que fue un error", dijo a la agencia Efe John Boyd, asesor del Banco de la Reserva Federal de Minneapolis. "Entonces todo el mundo creía que los mercados habían anticipado y asumido que Lehman Brothers caería, pero su reacción fue una sorpresa", añadió.
El hundimiento de ese banco de inversión no fue la causa de la crisis financiera, pero sí el desencadenante del "gran pánico" de 2008, que a punto estuvo de provocar una trombosis en los canales financieros del mundo.
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