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por Redacción RPP
·El Sumo Pontífice permanecerá cuatro días en Portugal, donde visitará también el Santuario de Fátima.
Decenas de miles de personas se movilizaron por las calles del centro de Lisboa para ver al Papa, y seguir sus actividades en el primero de sus cuatro días de estancia en Portugal, donde visitará también el Santuario de Fátima.
Desde mucho antes de la llegada del Pontífice, hacia las 11.00 hora local (10.00 GMT) cientos de personas se apostaron ya en las inmediaciones del aeropuerto, el monasterio de los Jerónimos, el Palacio de Belem y el Terreiro do Paço, junto al Tajo, para saludar a Benedicto XVI, que hizo varios de sus trayectos en "papamóvil".
El "Terreiro do Paço", el enorme espacio abierto de la plaza de Comercio de la capital, estaba ya horas antes de que empezará la misa lleno de fieles que colmaban también otra plaza cercana donde fue instalada una pantalla gigante para transmitir la misa papal.
Prácticamente todo el centro de la ciudad quedó hoy cortado al tráfico y otras zonas de Lisboa fueron también cerradas durante los desplazamientos de la comitiva vaticana, que hicieron a miles de personas caminar por las calles para acudir a los actos de la visita.
Un movimiento de jóvenes católicos, que juntó a cerca de 10.000 personas según los organizadores, desfiló por la Avenida de la Liberdade hasta las orillas del Tajo para sumarse a la ceremonia de la eucaristía.
Tras llegar al aeropuerto internacional de Portela, próximo a Lisboa, y pronunciar un breve discurso ante las primeras autoridades lusas que acudieron a recibirle, el papa Ratzinger visitó el Monasterio de los Jerónimos, una de las joyas arquitectónicas de Lisboa y el Palacio de Belem, residencia oficial del jefe de Estado portugués, Aníbal Cavaco Silva.
Allí se reunió con la familia del presidente, incluidos sus cinco nietos, e intercambió varios regalos con Cavaco, líder histórico del Partido Social Demócrata luso, de centro-derecha.
El Papa entregó al jefe de Estado anfitrión un mosaico con una representación de la ciudad del Vaticano del siglo XIX y recibió de Cavaco una grabación de música de órgano y una edición en portugués y latín de los sermones de san Antonio de Lisboa, como se conoce en Portugal, donde nació, al santo de Padua.
El presidente portugués acompañó poco antes al Pontífice en la visita al imponente Monasterio de los Jerónimos, precedida de una ceremonia en la que desfiló, a caballo y a pie, una representación de los cuerpos militares y policiales lusos mientras desde las cercanas aguas del Tajo un buque militar disparaba un salva de cañonazos.
En ese acto varios cientos de personas acudieron a saludar y vitorear al Papá, aunque las mayores muestras de afecto de los lisboetas las recibió en su desplazamiento posterior hasta el Terreiro do Paço, realizado en "papamóvil" y escoltado por un cortejo oficial a lo largo de varias de las principales calles y plazas de la capital.
Benedicto XVI, vestido de blanco, saludó durante todo el trayecto con la mano extendida, sentado en el interior de la caja acristalada del vehículo pontificio.
Fuera del discurso de su llegada, en el que recordó la tradición religiosa de Portugal y se declaró un "peregrino de Fátima", Benedicto XVI apenas se dirigió en público al personal del palacio presidencial que acudió a saludarle y les instó a esforzarse por una sociedad más justa y un futuro mejor para todos.
La visita del Papá, que continua mañana en Fátima y concluye el viernes en Oporto, ha dado lugar al mayor despliegue de seguridad y movilización ciudadana organizado en Portugal desde el campeonato europeo de fútbol de 2004.
En total nueve mil policías están involucrados en la visita papal, en la que se ha volcado el clero portugués y millares de voluntarios.
Durante su estancia en Lisboa el papa Ratzinger se aloja en la Nunciatura Apostólica de la capital en la que mañana tendrá una reunión con intelectuales portugueses y recibirá al primer ministro luso, el socialista José Sócrates, que acudió hoy, con varios ministros a la misa solemne en el Terreiro do Paço. EFE
Desde mucho antes de la llegada del Pontífice, hacia las 11.00 hora local (10.00 GMT) cientos de personas se apostaron ya en las inmediaciones del aeropuerto, el monasterio de los Jerónimos, el Palacio de Belem y el Terreiro do Paço, junto al Tajo, para saludar a Benedicto XVI, que hizo varios de sus trayectos en "papamóvil".
El "Terreiro do Paço", el enorme espacio abierto de la plaza de Comercio de la capital, estaba ya horas antes de que empezará la misa lleno de fieles que colmaban también otra plaza cercana donde fue instalada una pantalla gigante para transmitir la misa papal.
Prácticamente todo el centro de la ciudad quedó hoy cortado al tráfico y otras zonas de Lisboa fueron también cerradas durante los desplazamientos de la comitiva vaticana, que hicieron a miles de personas caminar por las calles para acudir a los actos de la visita.
Un movimiento de jóvenes católicos, que juntó a cerca de 10.000 personas según los organizadores, desfiló por la Avenida de la Liberdade hasta las orillas del Tajo para sumarse a la ceremonia de la eucaristía.
Tras llegar al aeropuerto internacional de Portela, próximo a Lisboa, y pronunciar un breve discurso ante las primeras autoridades lusas que acudieron a recibirle, el papa Ratzinger visitó el Monasterio de los Jerónimos, una de las joyas arquitectónicas de Lisboa y el Palacio de Belem, residencia oficial del jefe de Estado portugués, Aníbal Cavaco Silva.
Allí se reunió con la familia del presidente, incluidos sus cinco nietos, e intercambió varios regalos con Cavaco, líder histórico del Partido Social Demócrata luso, de centro-derecha.
El Papa entregó al jefe de Estado anfitrión un mosaico con una representación de la ciudad del Vaticano del siglo XIX y recibió de Cavaco una grabación de música de órgano y una edición en portugués y latín de los sermones de san Antonio de Lisboa, como se conoce en Portugal, donde nació, al santo de Padua.
El presidente portugués acompañó poco antes al Pontífice en la visita al imponente Monasterio de los Jerónimos, precedida de una ceremonia en la que desfiló, a caballo y a pie, una representación de los cuerpos militares y policiales lusos mientras desde las cercanas aguas del Tajo un buque militar disparaba un salva de cañonazos.
En ese acto varios cientos de personas acudieron a saludar y vitorear al Papá, aunque las mayores muestras de afecto de los lisboetas las recibió en su desplazamiento posterior hasta el Terreiro do Paço, realizado en "papamóvil" y escoltado por un cortejo oficial a lo largo de varias de las principales calles y plazas de la capital.
Benedicto XVI, vestido de blanco, saludó durante todo el trayecto con la mano extendida, sentado en el interior de la caja acristalada del vehículo pontificio.
Fuera del discurso de su llegada, en el que recordó la tradición religiosa de Portugal y se declaró un "peregrino de Fátima", Benedicto XVI apenas se dirigió en público al personal del palacio presidencial que acudió a saludarle y les instó a esforzarse por una sociedad más justa y un futuro mejor para todos.
La visita del Papá, que continua mañana en Fátima y concluye el viernes en Oporto, ha dado lugar al mayor despliegue de seguridad y movilización ciudadana organizado en Portugal desde el campeonato europeo de fútbol de 2004.
En total nueve mil policías están involucrados en la visita papal, en la que se ha volcado el clero portugués y millares de voluntarios.
Durante su estancia en Lisboa el papa Ratzinger se aloja en la Nunciatura Apostólica de la capital en la que mañana tendrá una reunión con intelectuales portugueses y recibirá al primer ministro luso, el socialista José Sócrates, que acudió hoy, con varios ministros a la misa solemne en el Terreiro do Paço. EFE
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