Miles de personas guardaron un minuto de silencio el sábado para marcar el 80º aniversario del bombardeo atómico de la ciudad japonesa de Nagasaki, mientras dos campanas de la catedral de la ciudad sonaban al unísono por primera vez desde la atrocidad que puso fin a la Segunda Guerra Mundial, y que cambió el mundo para siempre.
Las campanas gemelas de la catedral sonaron al unísono el sábado en Nagasaki, Japón, por primera vez desde el bombardeo atómico de la ciudad hace 80 años, conmemorando el momento en que ocurrió la atrocidad.
Las fuertes lluvias de la mañana del sábado cesaron poco antes de un momento de silencio y una ceremonia en la que el alcalde de Nagasaki, Shiro Suzuki, instó al mundo a “detener los conflictos armados inmediatamente”.
“Ochenta años han pasado, ¿y quién podría haber imaginado que el mundo se volvería así?"
“Una crisis que podría amenazar la supervivencia de la humanidad, como una guerra nuclear, se cierne sobre cada uno de nosotros que vivimos en este planeta”.
Unos 74 000 personas murieron en esta ciudad portuaria del suroeste, además de las 140 000 que fallecieron en Hiroshima.
Días después, el 15 de agosto de 1945, Japón se rindió, marcando el fin de la Segunda Guerra Mundial.
80 años de la bomba atómica: así fueron los ataques sobre Hiroshima y Nagasaki
Los historiadores han debatido si los bombardeos en última instancia salvaron vidas al poner fin al conflicto y evitar una invasión terrestre.

Terror invisible
Sin embargo, esos cálculos poco importan para los sobrevivientes, muchos de los cuales enfrentaron décadas de trauma físico y psicológico, así como el estigma que a menudo conllevaba ser hibakusha (sobreviviente de bomba atómica).
Hiroshi Nishioka, sobreviviente de 93 años, que estaba a solo tres kilómetros (1.8 millas) del lugar donde explotó la bomba, contó a los asistentes de la ceremonia el horror que presenció siendo un adolescente.
“Hasta los que tuvieron suerte (que no resultaron gravemente heridos) comenzaron poco a poco a sangrar por las encías y a perder el cabello, y uno tras otro murieron”, recordó.
“Aunque la guerra había terminado, la bomba atómica trajo un terror invisible”.
Atsuko Higuchi, residente de Nagasaki, dijo a AFP que “le hizo feliz” que todos recordaran a las víctimas de la ciudad.
“En lugar de pensar que estos eventos pertenecen al pasado, debemos recordar que son hechos reales que ocurrieron”, dijo la mujer de 50 años.
El sábado, las dos campanas de la Catedral de la Inmaculada Concepción de Nagasaki sonaron juntas por primera vez desde 1945.
La imponente catedral de ladrillo rojo, con sus torres gemelas de campanas en la cima de una colina, fue reconstruida en 1959 después de que fuera casi destruida completamente por la monstruosa explosión a pocos cientos de metros.
Solo se recuperó una de sus dos campanas de entre los escombros, dejando la torre norte en silencio.
Con fondos de feligreses estadounidenses, se construyó una nueva campana y fue restaurada en la torre, y repicó el sábado en el momento exacto en que se lanzó la bomba.

‘Trabajando juntos por la paz’
El sacerdote principal de la catedral, Kenichi Yamamura, dijo que la restauración de la campana “muestra la grandeza de la humanidad”.
“No se trata de olvidar las heridas del pasado, sino de reconocerlas y tomar acción para reparar y reconstruir, y al hacerlo, trabajar juntos por la paz”, dijo Yamamura a AFP.
También ve las campanadas como un mensaje al mundo, sacudido por múltiples conflictos y atrapado en una frenética nueva carrera armamentista.
“No debemos responder a la violencia con violencia, sino demostrar a través de nuestra forma de vivir y rezar lo insensato que es arrebatar la vida de otro”, afirmó.
Casi 100 países estaban listos para participar en las conmemoraciones de este año, incluyendo Rusia, que no ha sido invitada desde su invasión a Ucrania en 2022.
Israel, cuyo embajador no fue invitado el año pasado por la guerra en Gaza, estuvo presente.
Martirio, tortura
El proyecto de la campana fue liderado por James Nolan, profesor de sociología de Massachusetts, cuyo abuelo fue médico y participó en el Proyecto Manhattan, que produjo las bombas atómicas de a Segunda Guerra Mundial. Nolan recaudó 125.000 dólares (107.200 euros) en Estados Unidos.
Afirma que muchos católicos estadounidenses que conoció desconocían la dolorosa historia de los cristianos de Nagasaki, quienes, convertidos en el siglo XVI por los primeros misioneros europeos y luego, perseguidos por los shogunes japoneses, transmitieron su fe en secreto durante más de 250 años.
Esta historia fue narrada en la novela "Silencio" del escritor católico japonés Shusaku Endo y adaptada al cine por Martin Scorsese en 2016.

Durante su investigación en Nagasaki, un cristiano japonés le dijo que le gustaría escuchar las dos campanas de la catedral sonar juntas en su vida.
‘Con lágrimas’
Cuando fue presentada en Nagasaki en primavera, “las reacciones fueron magníficas. Hubo gente literalmente con lágrimas en los ojos”, dijo Nolan.
Explica que los católicos estadounidenses también mostraron “compasión y tristeza” al conocer la perseverancia de los cristianos de Nagasaki después de la bomba atómica, que mató a 8,500 de los 12,000 fieles de la parroquia. Se sintieron inspirados por la “disposición a perdonar y reconstruir”.