El pasado viernes, Sam Altman fue despedido por la creadora de ChatGPT al haber perdido la "confianza" de la junta directiva, que le acusó de no ser "consistentemente honesto en sus comunicaciones" con el órgano.
La firma tecnológica estadounidense OpenAI, creadora de la plataforma de inteligencia artificial ChatGPT, anunció el martes el regreso como director ejecutivo de su cofundador Sam Altman, días después de haber sido destituido por el consejo de administración.
"Hemos alcanzado un principio de acuerdo para que Sam vuelva a OpenAI como director ejecutivo (CEO) con un nuevo consejo formado por Bret Taylor (presidente), Larry Summers y Adam D'Angelo", publicó la firma en la plataforma X.
Después de su sorprendente despido el viernes, Altman fue contratado por el gigante Microsoft para liderar un nuevo equipo de investigación avanzada de IA.
Altman afirmó que contaba con el apoyo del CEO de Microsoft, Satya Nadella, para volver a su antiguo cargo.
OpenAI está aliada con Microsoft.
"Con el nuevo consejo y el apoyo de Satya, estoy deseando volver a OpenAI y seguir construyendo nuestra fuerte alianza" con Microsoft, dijo Altman en la red social X.
La salida de Altman, anunciada el viernes, causó una onda de shock en el mundo de la inteligencia artificial y una cascada de anuncios y reacciones.
El cofundador de la red Twitch, Emmett Shear, había anunciado el lunes que aceptaba reemplazar a Altman al frente de OpenAI.
Según una carta publicada en varios medios norteamericanos, cerca de 700 de los 770 empleados de OpenAI amenazaron con dimitir si Sam Altman, de 38 años, no regresaba.
Carrera desenfrenada
El lanzamiento de la primera versión de ChatGPT el 30 de noviembre de 2022 dio el pistoletazo de salida a una carrera desenfrenada en la inteligencia artificial generativa, es decir capaz de crear contenido en forma de texto, imágenes y sonido a partir de instrucciones orales del usuario.
Junto a Altman también regresará a OpenAI su colega Greg Brockman, que presidía el consejo de administración de la empresa, y que también había anunciado que se iba a Microsoft.
OpenAI fue fundada en 2015 como una asociación sin fines de lucro. Se asoció con Microsoft, que invirtió miles de millones de dólares y le dio acceso a su infraestructura tecnológica para permitirle desarrollar modelos de IA cada vez más eficientes.
El sorpresivo derrocamiento de Sam Altman recordó a algunos en Silicon Valley al despido en 1985 de Steve Jobs por parte de Apple.
Jobs volvió años después al gigante que había fundado, para iniciar una etapa que encumbró a Apple gracias a productos como el IPhone.
Se considera que la IA generativa es capaz de transformar sectores enteros de la economía. Suscita entusiasmo, pero también grandes preocupaciones sobre su posible peligro para la democracia (desinformación masiva) o el empleo.
Experiencia
La nueva junta directiva de OpenAI, aunque sigue siendo tan pequeña como la anterior, difiere drásticamente por la experiencia de sus nuevos miembros, todos ellos hombres.
El nuevo consejo de administración está presidido por Bret Taylor, de 43 años, cocreador de Google Maps, un ex ejecutivo del especialista en software Salesforce, director técnico en Facebook y miembro de la junta directiva de Twitter hasta la adquisición de la red social por parte de Elon Musk.
Larry Summers, de 68 años, profesor de Harvard, es exsecretario del Tesoro de Estados Unidos y fue economista jefe del Banco Mundial.
Adam d'Angelo, de 39 años, figura muy conocida en Silicon Valley, es uno de los supervivientes del consejo anterior. Fundó el sitio de preguntas y respuestas Quora.
El comunicado no cita a Ilya Sutskever, director de OpenAI, ni a la empresaria Tasha McCauley ni a Helen Toner, directora de estrategia de un instituto de investigación en nuevas tecnologías, lo que podría indicar que no formarán parte de la nueva etapa de la empresa.
Ilya Sutskever se había mostrado en el pasado muy preocupado por los avances de la IA.
Se considera que la IA generativa es capaz de transformar sectores enteros de la economía. Suscita entusiasmo, pero también grandes preocupaciones sobre su posible peligro para la democracia (desinformación masiva) o el empleo. (AFP)
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