La OTAN ofrece en su artículo 5 del Tratado de Washington que si uno de los aliados es atacado, los demás responderán.
La invasión rusa de Ucrania ha acelerado los deseos de Kiev -junto a Moldavia y a Georgia- de entrar a formar parte de la Unión Europea al tiempo que ha ayudado a revertir la histórica neutralidad de Finlandia y Suecia, que se aproximan a la OTAN: dos movimientos geopolíticos que quería evitar el Kremlin con su exhibición de fuerza contra Ucrania.
LA PERSPECTIVA EUROPEA DE UCRANIA, MOLDAVIA Y GEORGIA
Una consecuencia de la invasión rusa ha sido la repentina urgencia para Ucrania, y también para Moldavia y Georgia, de iniciar su camino hacia el club comunitario.
Un proceso en el que están desde hace años varios países de los Balcanes, pero que ha empezado con una marcha adicional para los nuevos aspirantes, pese a la vocación europea que ya mostraba Kiev desde la revolución del Maidán a finales de 2013.
Tras recibir a principios de marzo las solicitudes formales de adhesión por parte de Kiev, Chisináu y Tiflis, Bruselas ya ha entregado a estos gobiernos los cuestionarios previos a que la UE otorgue a estos países el estatus de candidato, el primer paso de unas negociaciones estrictas que no garantizan la admisión en un plazo concreto.
Lo saben bien países como Serbia, Macedonia del Norte o Albania, todos ellos con ese estatus desde hace al menos ocho años; de ellos, solo Serbia está ya en la fase de negociación y aún lejos de convertirse en miembro.
Bruselas se basa en las respuestas a esos cuestionarios para elaborar su informe sobre las opciones de un país de ser candidato a la UE, un proceso que se quiere resolver en semanas o pocos meses pero que aún así requiere también la unanimidad de los Veintisiete.
"La Comisión Europea se está moviendo más rápido para dar su opinión, pero eso es todo por ahora. Todavía tenemos que ver cómo decide el Consejo Europeo y qué viene después del estatus de candidatura, si es que se da", apunta a Efe la investigadora del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad y profesora de Geopolítica de Europa en la Universidad Carlos III, Ilke Toygür.
En este momento, subraya la analista, "el foco está en la candidatura, nada más", porque "lo que vendrá después es mucho más complicado: Ucrania es un país en guerra y hay muchos otros países candidatos que esperan mejorar su estatus con la Unión Europea".
En el horizonte, a la Unión Europea se le abre la disyuntiva entre incluir esa perspectiva europea de Ucrania en su actitud de solidaridad sin precedentes con el país, con medidas que superan los 1.500 millones de euros de ayuda militar entre otras acciones, o asumir la postura, más realista, de que las condiciones de entrada de Ucrania en la Unión Europea no serán menos estrictas que para otros aspirantes.
"Las próximas decisiones van a ser simbólicas, hay un largo camino hasta la adhesión de Ucrania y los demás aspirantes", advierte Toygür.
PARAGUAS DE SEGURIDAD TRANSATLÁNTICO
Otro movimiento que ha estimulado la agresión de Rusia ha sido el de países que quieren formar parte de la OTAN, dejando a un lado su historial de neutralidad.
A la inclinación de la propia Ucrania y de Georgia de integrarse en la Alianza, se suman ahora Finlandia y, probablemente, también Suecia, que han iniciado trámites para plantear su petición de ingreso.
La OTAN considera uno de sus mayores éxitos su “política de puertas abiertas”, el hecho de no negar la posibilidad de que más países quieran formar parte de la protección que ofrece el artículo 5 del Tratado de Washington: si uno de los aliados es atacado, los demás responderán.
El artículo 10 de ese documento fundacional de la Alianza establece que la adhesión a la OTAN está abierta a cualquier "Estado europeo que esté en condiciones de promover los principios del presente Tratado y de contribuir a la seguridad del espacio del Atlántico Norte".
Desde su creación en 1949, los miembros de la OTAN han pasado de 12 a 30 a través de ocho rondas de ampliación, y en la actualidad tres países asociados han declarado su aspiración a la adhesión: Bosnia y Herzegovina, Georgia y Ucrania.
De hecho, en la cumbre de 2008 en Bucarest, los líderes aliados decidieron que Georgia y Ucrania se convertirían en miembros en el futuro, algo que incomoda a Moscú y que pidió descartar en la propuesta para reorganizar la seguridad en Europa que dio a conocer poco antes de invadir Ucrania.
La amenaza rusa ha llevado ahora a Finlandia y Suecia, de tradición neutral en lo que se refiere a la defensa, a plantearse su entrada en la organización transatlántica.
La OTAN ha ido estrechando su cooperación con esos dos países e invitando regularmente a sus ministros a las reuniones del Consejo del Atlántico Norte, pero la guerra en Ucrania ha acelerado los trámites para una posible adhesión, que podrían solicitar formalmente antes de la cumbre de líderes aliados de Madrid, a finales de junio.
Rusia, por su parte, ya ha amenazado con desplegar armas nucleares en el mar Báltico en caso de que esos dos países ingresen en la OTAN para “restablecer el equilibrio” de fuerzas, ya que se duplicaría la longitud de su frontera terrestre con la Alianza. EFE
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