En una ceremonia realizada hoy en la Plaza de San Pedro, León XIV canonizó a Pier Giorgio Frassati, un beato de Turín que falleció en 1925 a los 24 años.
El papa León XIV presidió este domingo la ceremonia de canonización de los beatos Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati, en una Plaza de San Pedro que lucía abarrotada de fieles.
De este modo, el Vicario de Cristo nombró a los dos primeros santos de su pontificado, ambos jóvenes italianos que murieron a edades muy tempranas: Acutis a los 15 años, en 2006; y Frassati a los 24 años, en 1925.
Aunque Acutis tiene una especial relevancia por tratarse del primer santo 'millennial' y parecer más cercano a la juventud actual, debido a su actividad evangélica difundida en internet; Frassati destaca en la historia contemporánea por haber sido opositor al régimen fascista de Benito Mussolini y haber dedicado su vida a los más pobres de Italia a inicios del siglo pasado.
¿Quién fue Pier Giorgio Frassati?
Frassati nació en Turín en 1901, en el seno de una familia acomodada vinculada a la política italiana. Su padre, Alfredo Frassati, era propietario del diario La Stampa, sirvió en el Senado de su país y, posteriormente, fue embajador de Italia ante Alemania; mientras que su madre, Adélaïde Ametis, era una reconocida pintora. De los dos, el primero era agnóstico, por lo que fue Ametis la que le inculcó la fe católica.
Aunque su posición era acaudalada, Frassati, desde temprana edad, se sentía a disgusto en la clase social a la que pertenecía y se sentía más cercano a las personas de bajos recursos económicos, las cuales eran una mayoría en la Italia de aquella época. Debido a esto, surgieron tensiones en la familia, que se caracterizaba por normas rígidas.
Según una biografía publicada por Vatican News, Piergiorgio no destacaba por ser un gran estudiante, pero logró entrar al Instituto Social de los Padres Jesuitas y luego, después del bachillerato, se inscribió en Ingeniería Mecánica con especialidad minera para estar cerca de los mineros, considerados entonces los más explotados entre los explotados.
Sin embargo, su vocación social entregada a los más pobres y su dedicación a la oración ocuparon la mayor parte de su tiempo, por lo que no alcanzó a obtener el título de ingeniero, el cual recién le fue concedido en 2002 como un "honoris causa". Debido a ello, tuvo serias discusiones con su padre, quien lo acusaba de ser "un inútil" y le recriminaba su "vagabundeo" por la ciudad entre personas que no estaban a su altura social.
Pese a ello, Frassati siguió adelante con su vocación. Se inscribió prácticamente en todas las asociaciones católicas de la época para los laicos, como la Conferencia de San Vicente, la Acción Católica y la FUCI, siempre interesado en la caridad dedicada a servir a las personas de escasos recursos. Piergiorgio era conocido por gastar todo el dinero que su familia le daba en comida, ropa, madera, carbón y muebles para los más pobres de la periferia de Turín. "Ayudar a los necesitados es ayudar a Jesús", decía frecuentemente.
Arrestado por protestar contra el fascismo
A los 20 años, Piergiorgio fue arrestado en Roma cuando protestaba junto al Congreso de la Juventud Obrera Católica. Para entonces, identificado con la clase obrera, se opuso firmemente al fascismo y manifestó su rechazo al régimen de Benito Mussolini. Para ello, participó en grupos estudiantiles, a la vez que se involucraba en el Apostolato di preghiera y en Acción Católica.
En 1922, luego de mucha meditación, Frassati ingresó a la rama laica de los Dominicos y hace sus votos al año siguiente con el nombre de fray Jerónimo, en honor al fraile dominico Girolamo Savonarola. Además de ello, junto a sus amigos más cercanos, fundó la "Compañía de los Chicos Fastidiosos" cuyos miembros, "estafadores y estafadoras", se ponían apodos divertidos. "Pocos pero buenos como los macarrones", decía Piergiorgio de su grupo, con quienes organizaba viajes, aunque principalmente la amistad estaba fundada en la oración.
El 4 de julio de 1925, Frassati muere repentinamente de una poliomielitis fulminante, pese a los intentos de su familia de proveerle cuidados médicos inmediatos. Tenía apenas 24 años al momento de su muerte y su funeral fue multitudinario: obreros, estudiantes y las personas más pobres de Turín acudieron a darle el último adiós.
Conmovido por el intenso dolor e impresionado por la gran multitud, su padre repetía sollozando: "¡No conocí a mi hijo!". No obstante, su vida de agnóstico convencido fue variando tras este hecho hasta convertirse en un devoto creyente de Cristo hasta el final de sus días.