La historia de Mariam Nabatanzi, marcada por la desgracia desde que nació, ha conmovido a África y al mundo entero. Un infortunado matrimonio y una incontrolable capacidad para procrear convertieron su vida en una lucha constante.
El de Mariam Nabatanzi es un caso increíble que ha sorprendido no solo a África. Un año después de haberse casado -a los 12 años con un hombre de 40- dio a luz a gemelos. A ellos se sumaron otros cinco partos de gemelos, además de cuatro partos de trillizos y cinco partos de cuatrillizos. En total, contando los hijos únicos, ha dado a luz a 38 hijos a sus cortos 39 años.
Sin embargo, hace tres años su esposo la abandonó, dejándola a cargo de decenas de niños y jóvenes. Este fue solo el último capítulo de una vida marcada por la tragedia para una mujer que sobrevive como puede en cuatro estrechas casas construidas con bloques de cemento y hierro corrugado en un pueblo rodeado de campos de café, a 50 kilómetros al norte de Kampala.
Desesperada por obtener dinero para alimentación, atención médica, ropa y gastos escolares, ha hecho de todo: peluquería, decoración de eventos, recolección y venta de chatarra, elaboración de ginebra local y venta de hierbas medicinales.
En una pared de su casa cuelgan retratos de algunos de sus hijos graduados de la escuela, con medallas de oro alrededor del cuello. Sin embargo, otros tantos, como su hijo Ivan Kibuka (23), tuvieron que abandonar la escuela cuando se acabó el dinero.
Caso excepcional
Las familias suelen ser grandes en África. En Uganda, la tasa de fertilidad es en promedio 5.6 hijos por mujer, una de las más altas del continente, y más del doble de la media global de 2.4 hijos, de acuerdo con el Banco Mundial.
Pero incluso en Uganda, el tamaño de la familia de Mariam Nabatanzi es extremadamente atípico, aunque está lejos del Récord Mundial Guinness, atribuido a una campesina rusa de 1700 que, según informes, tenía 16 pares de gemelos, siete series de trillizos y cuatro series de cuatrillizos: un total de 69 niños de 27 embarazos.
Después de su sexto parto, cuando ya contaba con 18 hijos, fue a ver a un médico para detener esa descontrolada capacidad de quedar embarazada. Pero le dijeron que no se podía hacer nada porque tenía los ovarios inusualmente grandes. Se le recomendó no usar anticonceptivos porque podrían causarle problemas de salud.
Su último embarazo de Mariam tuvo complicaciones. Era su sexto grupo de gemelos y uno de ellos murió en el parto. Entonces su esposo, a menudo ausente por largos periodos, la dejó. Ahora su nombre es considerado sinónimo de maldición familiar.
"Crecí llorando, mi hombre me ha hecho pasar por mucho sufrimiento", lamentó durante una entrevista a Reuters, con las manos juntas mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
Una desgracia familiar
Quizá la dura vida adulta de Mariam tenga sus raíces en una infancia infeliz. Cuando contaba con solo tres días de nacida, su madre la abandonó a ella, su padre y sus cinco hermanos.
Después de que su padre se volviese a casar, su madrastra envenenó a los cinco hijos mayores con vidrio molido en su comida. Todos murieron, menos Mariam ya que se encontraba en la casa de sus familiares, relata.
Ella creció queriendo tener seis hijos para reconstruir a su familia destrozada, pero nunca imaginó que llegaría a contar 38.
Los niños mayores ayudan a cuidar a los más pequeños y todos ayudan con las tareas domésticas, como cocinar. Un solo día puede requerir 25 kilogramos de harina de maíz, cuenta; pero el pescado o la carne son manjares raros.
Habiendo soportado una infancia tan dura, su mayor deseo ahora es que sus hijos sean felices. "No he tenido alegría, creo, desde que nací", relata.
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