Fiel a su estilo, el presidente de Filipinas no confirmó la realización de la cita, que ha causado polémica en Estados Unidos.
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, dejó en el aire confirmar si aceptará la invitación de su homólogo estadounidense, Donald Trump, para visitar la Casa Blanca, en un momento en que Manila prioriza sus relaciones con China.
"Estoy muy ocupado, no puedo hacer ninguna promesa definitiva. Tengo planes de ir a Rusia, a Israel...", afirmó Duterte durante una visita a una flotilla de barcos chinos en Davao.
El mandatario estadounidense invitó el domingo al filipino a visitar la Casa Blanca "para debatir la importante alianza entre ambos países", informó la Oficina Presidencial de Washington, después de que ambos mantuvieran una "amistosa" conversación telefónica.
La administración de EE.UU. aseguró que busca apoyos de los países de Asia Oriental para aislar aún más a Corea del Norte en un momento de tensión por los ensayos de misiles y los avances en el programa nuclear del régimen de Kim Jong-un.
Una tensa relación. Duterte, que en septiembre llamó "hijo de puta" al predecesor de Trump, Barack Obama, por criticar su polémica "guerra contra las drogas", ha dado un giro a la política exterior de Filipinas desde su llegada al poder el pasado junio con un alejamiento de Washington -su aliado tradicional- y un acercamiento a Pekín.
En sus declaraciones, el presidente filipino incluso planteó la posibilidad de realizar maniobras militares conjuntas con China al oeste de la isla de Mindanao, una conflictiva región donde operan piratas y grupos terroristas islámicos. (EFE)
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