Cada vez más mujeres de Corea del Sur rechazan casarse, lo que ha obligado a los hombres de este país a viajar a China, Vietnam o Filipinas para encontrar una esposa que se dedique al hogar y al cuidado de los suegros.
Para encontrar a la que será la esposa perfecta y principalmente la nuera ideal, Lee Byung-ho debió buscar a una extranjera. Aplastadas por un patriarcado que las obliga a cuidar de los suegros, además de los niños y de trabajar, cada vez más ciudadanas de Corea del Sur rechazan casarse.
Emma Sumampong, de 48 años, es filipina. Hace parte de decenas de miles de extranjeras que dejaron su país para casarse con un surcoreano.
Se levanta a las cinco de la mañana, se ocupa del desayuno y de las tareas domésticas antes de llevar a sus tres niños a la escuela y dirigirse al trabajo.
Al mediodía, regresa a su modesta vivienda, situada en un pueblo de montaña, para encargarse de la cena de su suegra.
En la tarde, reanuda su trabajo de empleada de oficina o se ocupa de su huerta antes de volver detrás de la estufa, supervisando las tareas de sus niños.
Entre todas esas múltiples tareas, Sumampong se ocupa de su suegra Kim Geum-nyeo, de 89 años.
La octogenaria es invalida y su nuera le lava la ropa, le prepara las comidas sin olvidar de ayudarla a asearse y hacer sus necesidades.
"Debo permanecer fuerte tanto física como sicológicamente para poder sobrellevar las dificultades que se me presentan", explicó ella, quien es el pilar de la casa.
Un dedicación recompensada
Tras dedicarse a su suegro enfermo, fallecido en 2012, ella cuida de su suegra.
Su esposo, Lee Byung-ho, empleado en una empresa de electrónica, reconoce el trabajo realizado por su esposa.
De su lado, la filipina, citada como ejemplo por los habitantes de su aldea, elude responder a la pregunta de si es feliz.
"Estoy muy contenta de haber formado una familia con mi esposo", dice.
Su dedicación fue recompensada. En junio recibió el premio "Hyobu", un premio nacional para las mujeres que cuidan a sus suegros.
En la sociedad surcoreana, las nueras tienen la pesada carga de sus suegros, pero este modelo tiende a desaparecer.
Cada vez menos mujeres surcoreanas desean o están en condiciones de dedicarse a ello mientras trabajan. Cada vez más mujeres rechazan la vida familiar.
El año pasado, 22,4% de las surcoreanas pensaban que el matrimonio era necesario, contra 46,8% en 2010, según cifras del gobierno. Le tasa de natalidad es también una de las más bajas del mundo.
Al mismo tiempo, la población envejece. En 2030, casi una cuarta parte de la población tendrá menos de 65 años.
Escapar de la miseria
A diferencia de otros países desarrollados de Asia, Corea del Sur no permite a los extranjeros trabajar en los sectores de la industria y la atención personal.
Por lo tanto, algunas regiones financian viajes al extranjero para que los hombres solteros que viven en el campo puedan encontrar una esposa.
Park In-seong, de 48 años, intentó en vano la aventura, convencido de que ninguna mujer coreana se casaría con un hombre como él "porque eso significa automáticamente que tiene que ayudar a mi madre".
"Algunos hombres tiene mucha suerte, han encontrado mujeres muy gentiles que se ocupan de sus suegros", afirma este habitante de Incheon que se ocupa solo de su madre enferma.
"Los envidio tanto, pero sé que no puedo ser uno de ellos", lamenta.
Sumampong, que conoció a su marido a través de su iglesia en Filipinas, es una de las cerca de 260.000 extranjeras que llegó a Corea del Sur para casarse.
Unas 15.000 inmigrantes mujeres llegan cada año al país, la mayoría procedentes de China, Vietnam o Filipinas, como una forma de escapar de la miseria.
Algunas son víctimas de relaciones violentas y expertos denuncian que se vean obligadas a adoptar los valores patriarcales de la sociedad surcoreana, independientemente de su origen.
Manuales escolares llegan incluso a afirmar que los coreanos aman a las mujeres que "respetan" a sus maridos, "siguen sus opiniones" y "hablan tiernamente".
Hyunjoo Naomi Chi, profesor de política pública de la Universidad de Hokkaido en Japón, estima que "el premio +hyobu+ reproduce los roles tradicionalmente atribuidos a los hombres y a las mujeres... como si sólo las mujeres tuvieran que ocuparse de la familia".
"Casi ninguna mujer surcoreana de veinte o treinta años quiere ser llamada +Hyobu+", sostiene Bonnie Lee, una residente de Seúl que no quiere casarse.
"Nunca hemos tenido tales recompensas para los yernos, porque no existen", subraya esta soltera.
AFP
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