La vida de P. Rajagopal., digna de una película, pasó de ser una historia de superación a ser una tragedia. De ser "un ejemplo de cómo se pueden escalar peldaños de la sociedad india trabajando duro", acabó condenado a prisión, donde probablemente morirá.
La vida de P. Rajagopal es digna de película. Este pionero de la comida rápida vegetariana del sur de India que se hizo rico partiendo de la nada acabará sus días en prisión por el asesinato del marido de una mujer con la que quería casarse. El "rey de la dosa" (un enrollado típica del sur del país) tiene 71 años. Siempre va vestido de blanco y luce una señal hindú en la frente. Hace 40 años fundó en Tamil Nadu la cadena Saravana Bhavan, con actualmente más de 80 establecimientos a nivel internacional.
Una carrera brillante, pero morirá probablemente en la cárcel. En marzo pasado, el Tribunal Supremo de la India confirmó su condena a cadena perpetua por haber ordenado matar al marido de una mujer a la que quería tomar como tercera esposa. Tras perder los recursos judiciales, Rajagopal tenía plazo hasta el 7 de julio para presentarse ante las autoridades penitenciarias. Finalmente, lo hizo este martes, según reporta India Today.
"Rajagopal es un ejemplo de cómo se pueden escalar peldaños de la sociedad trabajando duro", explica G. C. Shekhar, periodista de la revista Outlook en Chennai (también conocida como Madrás), la capital de Tamil Nadu. "Lo que lo llevó a la caída fue su debilidad por las mujeres y su convicción de que era tan poderoso que podía hacer asesinar a alguien y seguir como si nada".
Democratización
Este tendero de la casta baja abrió en 1981 su primer Saravana Bhavan, en una época en la que los indios no solían comer en restaurantes. Su secreto: una higiene y una calidad irreprochables. En su cadena se servían platos vegetarianos muy sabrosos. "La gente decía 'si voy a comer a Saravana Bhavan, no me dolerá la barriga'", cuenta D. Suresh Kumar, periodista del diario The Hindu.
Tamil Nadu, donde empezó el negocio de P. Rajagopal
La marca tuvo éxito y muchos acudían a sus establecimientos atraídos sobre todo por el sambar (sopa típica) y su café a pesar de los precios más elevados que los de otros restaurantes tradicionales. "Si una familia de clase media baja quería salir, darse un gusto o celebrar algo, Saravana Bhavan era el lugar al que había que ir. Antes sólo las clases medias altas y las más altas podían pagarse un buen restaurante. De alguna manera este hombre los democratizó", afirma G. C. Shekhar.
A cambio de buenos salarios y ventajas sociales, Saravana Bhavan pedía a sus empleados un servicio y aspecto impecables aunque para ello les tuviera que pagar una cita en el dentista. Los camareros sentían tal devoción por él que lo llamaban "Annachi" ("gran hermano"). Sus restaurantes suelen estar adornados con representaciones de dioses hindúes y con dos fotos de Rajagopal, una con sus hijos, que han tomado el testigo, y otra con su gurú.
El consejo y el crimen
En los albores de los años 2000, en la edad de oro de su imperio, el empresario se empecinó, posiblemente por consejo de un astrólogo, con casarse con la hija de uno de sus empleados. "Estaba obsesionado con ella", afirma D. Suresh Kumar. Pero la joven ya estaba casada y lo rechazó. Durante meses él acosó al marido, a la mujer y a su familia con amenazas, palizas, secuestros y ritos de exorcismo.
Una primera vez ordenó a uno de sus hombres matar al marido pero él en vez de hacerlo le avisó y le aconsejó que huyera. A su jefe le dijo que lo había matado atándolo a raíles por donde pasaba un tren. El marido y la esposa fueron a verlo para implorarle piedad. Días más tarde el esposo fue hallado estrangulado en una montaña.
En el extranjero la cadena atrae a una diáspora que añora al país pero en su región natal ha perdido afluencia porque con la apertura de India al mundo el nivel de vida subió y las prácticas culinarias evolucionaron. Cuando empezó "no se encontraban pizzas, hamburguesas o sándwiches", explica D. Suresh Kumar de The Hindu. "Hoy en Chennai, hay acceso a la cocina africana o europea. La gente quiere probar otras cosas". AFP
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